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Corrían los años 50 del siglo pasado cuando una localidad como Basauri recibía a miles de personas llegadas de otras provincias llamadas por su emergente industria. Y en ese incipiente municipio era más necesario que nunca un fortalecido sector comercial que abasteciera a esos nuevos ... residentes. Juanita Aguirre lo vio claro. Vecina del barrio de Pozokoetxe y trabajadora de calzados Muro en Bilbao, no dudo en aprovechar la oportunidad, emprender y montar su propio negocio. Eran tiempos en los que no era habitual que una mujer fuera la que mandase.
De hecho, la comerciante se casó el 8 de septiembre y el 25 de octubre de 1958, día de San Crispín y San Crispiano, patrón de los zapateros, levantó la persiana de una tienda, que la semana pasada cumplió 65 años y a la que llamó por su nombre, Calzados Juanita. Lo hizo en el número 71 de la calle Lehendakari Agirre, un emplazamiento en el que se ha mantenido durante todo este tiempo uno de los negocios familiares más antiguos del municipio.
«Mi madre siempre fue muy moderna. Ya en aquella época decidió emprender, trabajaba, y hacía cosas que igual no eran tan comunes como, por ejemplo, ir a tomar café ella sola, pero es que además tuvo cuatro hijas y dos más de su pareja con la que se casó y que estaba viudo. Nunca dejo de trabajar», relata su hija, María Inmaculada Ealo.
Durante años, Calzados Juanita fue la tienda de los trabajadores de las fábricas. «Les hacíamos un 10% de descuento a los de Edesa y Firestone daba vales a sus trabajadores para que comprasen aquí, de hecho, la tienda ha ido envejeciendo con ellos. Mantenemos nuestra clientela y hemos adaptado la oferta a ellos. Ahora más mayores y vienen lógicamente por otro tipo de zapatos. Vendemos, por ejemplo, mucha zapatilla de estar en casa», explica la hija de Juanita que se hizo cargo del negocio familiar cuando su madre se jubiló, aunque lo cierto es que seguía yendo y le ayudó hasta poco antes de fallecer en el año 1995 con 72 años. «A mí madre siempre le gustó mucho hablar con la gente y aquí era feliz», apunta su hija.
A María Inmaculada, en cambio, le hubiera más gustado seguir estudiando y tener otra profesión, pero al final cedió a las necesidades familiares. «Yo soy la mayor de los cuatro, no quedaba otra, cuando nació la pequeña, a la que llevo cuatro años, porque fuimos todos seguidos, mi madre estaba trabajando y ese mismo día se fue donde Manuela Eguiguren y dio a luz. Siempre fue muy valiente», recuerda como ejemplo.
La vida de Juanita y sus hijos no fue fácil. En el año 1972 su esposo falleció y le tocó a ella llevar el sustento. «En mi casa se cambiaron muchas veces los papeles para aquella época, porque como nuestro padre estaba enfermo era él la persona que se quedaba en casa cuidándonos y en cambio nuestra madre trabajaba fuera. Luego además hubo incluso una época en la que tuvo un dependiente, algo que tampoco era habitual puesto que ese puesto solía más ser de mujeres y los dueños de los negocios eran hombres», detalla Ealo.
Después del fallecimiento las dos hijas mayores de su pareja le ayudaron. «Siempre hemos sido todos iguales y hemos estado aquí, de hecho, este negocio no hubiera sobrevivido tanto tiempo de no ser por la familia, tanto por mis hermanas como por mis primas... Es cierto que yo me he quedado con la tienda, pero todas han ayudado y lo siguen haciendo», agradece. Como recuerdo de la efeméride regalarán un calzador a sus clientes.
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