![«¡193 centímetros!»: Eleizondo celebra su tradicional medición de la encina de la Piedad](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/02/18/Zeanuri-kShD-U21015660617303u-1200x840@El%20Correo.jpg)
![«¡193 centímetros!»: Eleizondo celebra su tradicional medición de la encina de la Piedad](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/02/18/Zeanuri-kShD-U21015660617303u-1200x840@El%20Correo.jpg)
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El barrio de Eleizondo, en Zeanuri, celebró este domingo la fiesta en honor a San Valentín. Sería como cualquier otra similar que se conmemora en cualquier pueblo de Bizkaia por el santo o virgen correspondiente, si no fuera porque se completa con un acto bastante singular y llamativo: la medición de una encina, situada junto a la ermita de la Piedad. Es una tradición peculiar que de entrada llamaría la atención de cualquier etnógrafo –¿una fiesta religiosa vinculada al crecimiento de un árbol?–, pero cuya historia tiene un origen poco ancestral, aunque sí histórico. Se originó en 1958, cuando se plantó el ejemplar cuyo tronco, según se certificó esta vez, tiene una circunferencia de 193 centímetros.
Situado en un alto sobre Zeanuri, Eleizondo es un bonito barrio conformado por varios caseríos dispersos alrededor de la imponente iglesia de Santa María, un templo renacentista enorme levantado a partir del siglo XV. A unos 50 metros se encuenta la ermita de la Piedad, mucho más humilde pero muy llamativa también, porque la antigua calzada la atraviesa: el camino histórico pasaba por su interior, a través de dos arcos.
Aunque ambos templos están consagrados a la Virgen, por alguna razón, la fiesta del barrio gira en torno a San Valentín. Se celebra el domingo siguiente al 14 de febrero, cuando la imagen del santo va de la ermita, donde 'reside' todo el año, a la iglesia y regresa en procesión. Es en este momento, cuando Valentín vuelve a su 'casa', cuando se mide la encina.
«El árbol actual de la Piedad es un ejemplar que sustituyó a otra que existía anteriormente en el mismo lugar», explica Pedro Lejarza, vecino del barrio. «Se plantó en el año 1958», para sustituir a otro al que alguien prendió fuego. Esta encina, la actual, «la trajeron Guillermo y Marcos, del caserío Zutzute, en un carro tirado por una yunta de vacas desde el monte Eleizbaso. La plantaron junto con los demás vecinos de la barriada». Al parecer, algunos creían que el árbol no iba a prosperar, mientras que otros se empeñaron en que saliera adelante a toda costa, regándolo incluso. Así que a partir de 1959, «y en medio del ambiente festivo de las celebraciones San Valentín, lo medían para comprobar cuánto había crecido».
Del asunto se ocupaba «Ceferino Lejarreta, que era un respetado tasador de bosques, y tras medirlo se daban por concluidas las fiestas». Pero la costumbre fue decayendo «a medida que fallecían nuestros mayores».
«En 2007 decidimos recuperarla». Con solemnidad, pero con un ambiente muy festivo, como se vio este domingo. Tras la misa y el aurresku, bailado por cuatro pequeños dantzaris, tres niñas y un niño, San Valentín fue llevado en procesión a la ermita. Despúes, se midió el árbol. Lo hizo Igor Intxaurraga, sucesor en esta función de Gregorio Lejarreta, hijo de Ceferino, que se encargó de ello hasta 2015, cuando falleció.
Este domingo, Intxaurraga rodeó el árbol con la cinta métrica ayudado por Itxasne Atutxa, mayordoma saliente de la ermita. La medida se toma siempre a la misma altura, 1.50 metros. «¡1 con 93!», proclama Intxaurraga. Un centímetro más que el año pasado. «¿Un milímetro?», duda Lejarza, que ejerce de maestro de ceremonias y 'speaker'. «Un centímetro», repite Intxaurraga, que además de medidor este año pasa a ser mayordomo de la ermita. El bertsolari Arkaitz Estiballes remata el acto improvisando unos bertsos en los que hace notar que no llueve, estamos en camiseta, el clima ha cambiado y si faltara la encina se podría plantar un aguacate. Todo el mundo ríe.
Este año la celebración se ha completado con un homenaje al escultor Néstor Basterretxea, de cuyo nacimiento este año se celebra el centenario. Junto a la ermita se alza una cruz realizada por el artista bermeano con motivo del centenario de la cruz del Gorbea. El monumento está diseñado de tal forma que el observador puede ver la cruz de la cumbre de dicha montaña a través de su estructura. Los vecinos ha depositado un ramo de flores al pie de la cruz, Estiballes ha dedicado unos bertsos al artista y después el barrio se ha entregado a la fiesta.
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