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Durante años, la llegada del buen tiempo suponía una época de cierto frenesí en el Puerto de Bilbao. Más viajeros en el ferry que va a Portsmouth... y también más inmigrantes ilegales dispuestos a colarse en el barco a toda costa. Sin embargo, ahora «está ... todo muy tranquilo». Así lo afirman fuentes de la Guardia Civil, que otros años por estas fechas no paraban de interceptar intrusos. Según el instituto armado, en el primer trimestre de 2019 se han frustrado 259 intentonas, casi la cuarta parte que el año pasado, cuando hubo 973 en el mismo periodo. Con el verano a la vuelta de la esquina, tampoco se están produciendo las interceptaciones masivas de temporadas anteriores, cuando hubo jornadas de récord en las que los efectivos del cuerpo llegaron a localizar a un centenar de ilegales.
¿Por qué se ha desinflado este fenómeno que tuvo sus puntos álgidos en 2016 y 2017? Además de que llegan menos polizones potenciales -ya que optan por otras rutas-, expertos de la Guardia Civil lo atribuyen a varios factores. Uno de ellos, físico y evidente: el muro de hormigón de cuatro metros de altura que se construyó hace un año para proteger la terminal de transporte marítimo a Portsmouth. Esta pared ha frustrado a los menos atrevidos, aunque no es un obstáculo insalvable. Muchos de los que intentan colarse en las instalaciones portuarias «roban escaleras de las empresas cercanas y las usan para escalar». Y allí las dejan, como testimonio de su paso. «También utilizan las cinchas de los camiones a modo de cuerda», explican. Este muro ha ayudado a reducir el número de intrusos, pero no ha sido la solución definitiva, «ya que se buscan la vida para entrar por las zonas industriales del Puerto, donde hay una valla perimetral».
Lo que ha influido más en la reducción de saltos al ferry, según los efectivos de la Guardia Civil, es «la mayor presencia policial y una mejor coordinación». Según indican, es un juego del gato y el ratón y, a medida que los ilegales van ideando nuevas fórmulas para sortear las barreras, las fuerzas de seguridad también mejoran sus métodos para localizarlos.
La suma de muro y presión policial ha dado un vuelco a los números. Según datos oficiales, en 2017 hubo 3.815 interceptaciones, la mayoría de albaneses (3.434), seguidos de afganos (236), iraquíes (82), paquistaníes (49), marroquíes (5) e iraníes (3), además de otras nacionalidades. Entre ellos, había algunas mujeres y también menores que huían de la guerra. Estas cifras cayeron en picado el año pasado, cuando hubo 1.509 localizaciones, 1.492 de ellas correspondientes a albaneses. Y, en los primeros compases de este año, se mantiene esa práctica ausencia de intrusos de otras nacionalidades (se ha detectado a ocho iraquíes, tres marroquíes, dos argelinos y dos sirios).
De todos modos, el fenómeno, aunque minimizado, continúa ahí. Las mismas fuentes admiten que en la zona entre Santurtzi y Zierbena sigue habiendo campamentos que aparecen y desaparecen. Cada dos semanas, los policías municipales y la Ertzaintza los retiran, aunque poco después vuelven a formarse. «Están de paso y quieren permanecer aquí el menor tiempo posible», apuntan. Aunque, a veces, buscan otras alternativas más 'cómodas'. A principios de este año se detectó a varios inmigrantes irregulares viviendo en unos vagones de tren Talgo que se encontraban en una empresa del Puerto para su exportación. Se trataba de convoyes de lujo. No rompieron nada, pero hubo que limpiarlos, con las consiguientes pérdidas y retrasos en las entregas.
En el Puerto cualquier hueco puede ser usado por los intrusos para aguardar el momento de saltar al ferry. Normalmente 'se enganchan' a camiones en tránsito, pero también a autobuses, autocaravanas o vehículos de otro tipo. «Ahora ha habido algunos que se han metido en los aerogeneradores que fabrica una empresa que está junto a la terminal del ferry», señalan. Este tipo de maquinaria tiene piezas muy grandes, que les brindan «mucho espacio para aguardar el momento de embarcarse».
973 interceptaciones se realizaron en el primer trimestre de 2018.
259 son las localizaciones de este año desde enero a marzo.
Ahora mismo, prácticamente todos los ilegales que rondan las instalaciones portuarias son albaneses jóvenes «de entre 17 y 30 años», que últimamente intentan conseguir asilo político para alargar su estancia en España y realizar -si es necesario- varios intentos de entrar al ferry con destino a Reino Unido. De hecho, algunos son viejos conocidos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, ya que acumulan más de una docena de saltos frustrados. El número de interceptaciones ha caído considerablemente y lo que ya no se ven, según fuentes policiales, son mujeres ni niños, que en su mayoría procedían de países árabes en conflicto.
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