Multa a 15 bares de Pozas: «Quieren que los hosteleros hagamos de policías»

Según la sanción, a la que ha tenido acceso este periódico, agentes uniformados del dispositivo de seguridad por botellón en la zona, observaron que «había mucha gente consumiendo bebidas en el exterior de los locales del entorno de Pozas y María Díaz de Haro, a partir de la una de la madrugada, cuando los fines de semana estaría prohibida esta práctica desde las doce y media de la noche. El partido había sido a las cuatro de la tarde y el Athletic había ganado 2-0. Para evitar adentrarse entre la gente con uniforme, los policías solicitaron la intervención de compañeros de paisano, a los que se conoce como patrullas Iker, que comprobaron «a pie, local por local, lo que los agentes del dispositivo estaban viendo». Según el informe, estos policías camuflados habrían visto a clientes de todos los locales saliendo a la calle con las copas y bebiéndolas fuera. Por este motivo, elaboraron una «lista de 15 establecimientos que estaban incumpliendo la ordenanza de Espacio Público (decreto 17/2019, de 5 de febrero)». Como «no era seguro» para ellos actuar en los locales, debido a la gran afluencia de gente y a las escasas unidades que se disponen, no se identificó a ningún encargado».

Todos los bares de la calle, salvo dos o tres que cuentan con portero, han recibido la notificación, «depositada en la barra por una persona que no se identificó», o colada «por debajo de la puerta» si estaban cerrados. La denuncia es idéntica en todos los casos, con la excepción de que aparecen tachados los nombres del resto de negocios. «No es serio sino muy cutre», se quejan.

«Para ellos no es seguro meterse entre la gente y nosotros, que somos hosteleros, tenemos que hacerlo». «Lo he pasado mal. Hago de portero y uno me sacó una navaja por decirle que no podía beber fuera», asegura Aitor Arévalo, quien junto a su padre y su hermano, regenta tres locales, Anaiak, Matxitxako y Bruce. «¿Qué hago, les agarro por el cuello si no me hacen caso? Son adultos, ya saben que no se puede hacer y me dicen 'pues me voy a Ledesma o al Casco Viejo, que allí puedo beber tranquilamente'».

Se consideran los «principales perjudicados por el botellón», junto con los vecinos. «Usan nuestros baños, las terrazas, rellenan los vasos con latas frías que han comprado en el Eroski o en el chino y da la sensación de que nos quieren hacer responsables de fomentar el botellón», lamenta Kerman Zorroza, del Ziripot, otro clásico de Pozas.

Sólo sirven en plástico en lugar de vaso de vidrio durante los partidos «porque nos quedamos sin material, no podemos salir a recoger y sería un peligro que estuviera todo lleno de cristales». Por este motivo, no es fácil distinguir si una consumición ha sido adquirida en el bar o se trata en bolsas del súper.

«Pozas ha sido durante décadas una referencia de salir y socializar y ahora nos están demonizando. El acoso es feroz. Todos los jueves, viernes y sábados tenemos a cinco patrullas a partir de las ocho de la tarde vigilando y no les atacamos a ellos, que son unos mandados, sino al Ayuntamiento», dice Txema Sola, del Zuloa. Lamentan además que exista un «agravio comparativo», y a que «en calles como Juan de Ajuriaguerra, Heros o Henao, con un perfil de gente de 50 o 60 años, no multan a nadie. Y te tienes que bajar de la acera para pasar».