Si ser hombre marroquí en Euskadi no es fácil, ser mujer marroquí, menos. Sobre todo si hablamos de integración laboral: el 65% de ellas están inactivas, frente al 16,4% de los varones de esa nacionalidad. ¿Qué ocurre?
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«Más de la mitad de las ... mujeres marroquíes llevan pañuelo, y eso es un impedimento para acceder al mercado laboral», lamenta Moulay Driss. Hajar Samadi, presidenta de la asociación de mujeres musulmanas Bidaya, confirma que «hay un problema», sobre todo «en empleos de cara al público», y reivindica la indumentaria porque «integración no debe significar asimilación». Rechaza que sea símbolo de sumisión y asegura que «tapa la cabeza, no el cerebro».
Pero hay muchas más razones para explicar las dificultades que tienen las marroquíes para trabajar. «La mayoría llegan por reagrupamiento familiar, tras el hombre», de manera que «tienen permiso de residencia, pero no de trabajo». La lengua también es un reto: «La escuela de idiomas funciona muy bien, pero sólo se puede estudiar castellano en las capitales».
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