Gloria Dehesa anima a las amantes del campo a que «apuesten» por lo que les gusta, aunque haciendo primero «números». Maika Salguero
Gloria Dehesa | Ganadera y propietaria de un agroturismo en Carranza

«Muchas mujeres se han matado a trabajar en el campo y no tienen nada»

En el Día Internacional de la Mujer Rural, una veterana reconoce que «el baserri enamora, pero también trae muy malos ratos»

Domingo, 15 de octubre 2023, 01:18

Con motivo de la conmemoración hoy del Día Internacional de la Mujer Rural, Gloria Dehesa analiza desde Carranza la situación del campo. Ganadera, propietaria de un agroturismo, sindicalista, madre, esposa, hija... Dehesa es todas esas palabras, y por eso puede hablar de las dificultades de ... un sector que ya no está tan masculinizado. Anima a las jóvenes a que «apuesten» por el campo, aunque sin dejar «que las inversiones las ahoguen». E insiste en que se debe «poner en valor» que es un sector «muy necesario».

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- ¿Mujer rural es la que vive en el campo o la que vive del campo?

- Pues yo creo que ambas, porque incluso la que no vive del campo, pues a lo mejor tiene una tienda que vende productos del campo, o es familiar de alguien que vive de ellos.

- El perfil, según la Diputación, es el de una mujer procedente de familias dedicadas al agro y con una edad media de 58 años. ¿Lo cumple Gloria Dehesa?

- Yo ya tengo 64, aunque sí procedo de una familia ganadera. Me fui a Bilbao, como habían hecho mis hermanos y algunos amigos, y estudié Derecho, pero decidí volverme a casa con mi padre en 1992, porque había algo que no me llenaba. Convencí a mi marido, de Getxo, para irnos a Carranza. Él no tenía una profesión relacionada con la ganadería, así que me hacía cargo yo, pero no quería dedicarme exclusivamente a ello.

- Y montó un agroturismo.

- Hace ya 30 años. La parte de arriba del caserío no se utilizaba y lo puse ahí. Hay que diversificar, por esto también tengo huerta. Además estuve muchos años colaborando con el sindicato EHNE.

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Sin diferencias

«Hay mujeres jóvenes al frente de ganaderías que dan 20.000 vueltas en lo que hacen cada día al ganadero más fanfarrón»

- De estudiar Derecho a volver a Carranza. ¿Tira el baserri?

- Sí que tira, enamora, aunque también trae muy malos ratos y mala leche por la incomprensión de la Administración y de la gente que no está relacionada con el sector. El campo es muy necesario y se tiene que poner en valor. Se tiene que machacar con eso, con que la agricultura, la ganadería y la pesca somos el banco de alimentos de Bizkaia. Y no hay relevo, no se incorporan jóvenes.

- ¿Qué le diría a una mujer joven que duda?

- Que lo estudie, que le dé 20.000 vueltas, que busque lo que más le gusta y lo que puede hacer sin que eso suponga meterse en malas inversiones que la ahoguen. Que eche números, que vaya poco a poco, pero que apueste, porque si no lo hace siempre lo va a tener ahí como una cosa que quiso hacer y no hizo.

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- ¿Por qué no hay relevo?

- Es mucho sacrificio y han visto en casa muchos malos ratos. Están también los precios, que son una montaña rusa, y siempre pasa algo que hace que caigan los precios de la leche y la carne y que suban los forrajes. Si a eso le añades que tienes que estar todos los días del año pendiente de ello, pues muchos jóvenes prefieren un trabajo de ocho horas y desconectar desde el viernes a la noche.

Sin relevo

«Se tiene que machacar con que la agricultura, la ganadería y la pesca somos el banco de alimentos de Bizkaia»

- Habla de sacrificio. ¿Cómo es su día a día?

- Este verano, por ejemplo, con muchísimo trabajo. Hemos tenido el agroturismo lleno con gente de la zona del Mediterráneo y del sur, que están hartos del calor, y he tenido el doble que el año pasado. Ahora con eso entramos en una época más tranquila, y toca recoger y ordenar alubias, recoger pimientos, hacer tomate... la huerta. Siempre hay algo que hacer: limpiar prados, pintar, porque los caseríos dan más trabajo que un piso.

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- ¿Y con las vacas?

- Ahora tengo una pequeña explotación de carne, he ido quitando con la edad porque hay trabajos más fuertes que hay que ir dejando. De abril a noviembre, estamos tranquilos porque están pastando felizmente en la calle, pero hay que estar pendiente y, cuando creemos que a una vaca le queda poco para parir, traerla a casa, porque fuera están los lobos, aunque no en mi zona, y los buitres.

- ¿Saca tiempo para todo?

- Tiempo sí se tiene, pero a pesar de la tranquilidad, de que aquí solo tenemos el ruido de los pájaros, en el campo hay estrés y muchas mujeres tienen que hacer todo esto y cuidar a los hijos o a personas mayores.

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- ¿Cómo lleva la conciliación?

- Mi hija tiene ya 26 años, pero cuando era más pequeña andaba a veces un poco pillada. Y vivir en Carranza, que es muy bonito, tiene otra cosa: todo queda lejos.

- Muy pocas mujeres del campo cogen bajas de maternidad.

- Sí, porque a los animales hay que atenderles, aunque es un avance muy importante, porque cuando yo di a luz mi marido solo tuvo dos días. Pero en muchas ganaderías los costes están ajustados, y si a mí me dan la baja, hay que contratar a alguien, y es un coste alto.

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- El papel de la mujer ha cambiado mucho. Hoy en día, ocho de cada diez son propietarias de la explotación.

- Todos hemos conocido casos de mujeres que se han matado a trabajar en el campo, que han cuidado a sus suegros, y que nunca tuvieron nada, porque llegaba la jubilación y el marido había cotizado pero ella no.

- La imagen general es la de la baserritarra que vende en la feria, pero cerca del 80% se dedican a la producción.

- Y antes también. El hombre trabajaba en alguna pequeña industria y la mujer tenía huerta o vacas o las dos cosas. La mujer hacía venta directa en los mercados, sí, pero realmente era productora, se hacía cargo ella de todo. Antes, una chica joven tenía que pensarse lo de meterse por su cuenta en el agro, porque era más típico de hombres, pero ahora no tiene ningún problema.

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- Aunque sigue siendo un trabajo muy físico.

- Pero se puede. Hay mujeres jóvenes que están al frente de ganaderías que siegan, hacen bolas, que llevan tractores cargados... Es digno de ver cómo hay chavalas que le pueden dar 20.000 vueltas en lo que manejan, en lo que hacen cada día, al ganadero más fanfarrón que pueda haber. Y sin ninguna distinción con el hombre.

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