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El 20% de los más de 400 usuarios anuales de la sala de consumo de Bailén, conocida como 'narcosala', son ya mujeres, lo que representa un 5% de incremento con respecto a años anteriores, según reveló ayer la directora de programas de Gizakia, Estíbaliz Barrón. ... Hace seis años, esta fundación, que depende del Obispado de Bilbao, tomó el relevo de Médicos del Mundo, que había gestionado el servicio durante los once años anteriores. Cuenta con financiación pública tanto del Ayuntamiento bilbaíno como de la Diputación vizcaína y el Gobierno vasco. La «valiente» apertura de la 'narcosala', en noviembre de 2003, buscaba ofrecer un lugar seguro para los toxicómanos en el que «reducir riesgos» en el consumo de sustancias, primero inyectadas y luego también fumadas.
Según Barrón, el aumento de la presencia femenina se explica en que las mujeres «ahora se atreven a solicitar ayuda» y augura nuevos incrementos para los próximos años, ya que «las chicas son las que más fuman y estamos ya en una situación de igualdad en los inicios del consumo». Ellas sufren un «doble estigma», la «presión social como agente de cuidados y por el hecho de ser adicta», explicó. También, «nos llegan cada vez más mujeres de 50, 60 y hasta 70 años con adicción al alcohol, algo que siempre se había mantenido oculto en el ámbito doméstico, y que se mezcla con medicamentos como ansiolíticos».
La 'narcosala' se llama ahora 'El andén' porque representa un viaje cuyo destino es «la reinserción social» y en el que hay distintas paradas. La «foto fija» del usuario sigue siendo la de un «hombre de 42 años, que lleva más de quince de historia de consumo, con múltiples tratamientos, todos fracasados, y que empieza a tener su salud resentida».
De los 11.000 usos registrados, la mitad son por consumo mediante inhalación y el otro 50%, por venopunción. «Nuestra tarea es reducir riesgos y daños. Que dejen de inyectarse en zonas más comprometidas vitalmente o que pasen del inyectado al fumado». Dos de cada diez carecen de un hogar y «duermen en cajeros, albergues o debajo del puente» y para un 28% supone una puerta de entrada a otros servicios sociales y sanitarios. Frente a la idea extendida de que «la exclusión está llena de extranjeros», «el 90% son nacionales, más de la mitad viven en Bilbao y el resto en Bizkaia».
«La sustancia que provoca más peticiones de tratamiento es la cocaína, seguida del alcohol, y la heroína, que está a punto de ser sobrepasada por el cannabis». La responsable de Gizakia -antes Proyecto Hombre- alertó de los «mensajes confusos» sobre el uso terapéutico de los porros que se lanzan a la juventud y que están generando en ellos una «disonancia». «Su uso en edades tempranas tiene un efecto perjudicial en el sistema nervioso central. No confundamos a la población. El consumo no es inocuo», sentenció.
El supuesto efecto beneficioso para algunas enfermedades «aún debe pasar un cribaje de investigación para que esa sustancia pueda ser usada como medicamento». Y puso como ejemplo los antibióticos, «si se toman cuando no hay una infección, no resultan terapéuticos». También destacó que «el alcohol es la sustancia que más vidas se lleva en el País Vasco y la única que puede causar la muerte por el síndrome de abstinencia».
5.000 voluntarios colaboran con la Diócesis de Bizkaia. «La mayoría son mujeres, que donan su tiempo, ilusión y esfuerzo a la Iglesia».
250 misioneros vizcaínos se encuentran en este momento en distintos puntos del mundo. Cáritas atiende a 13.500 personas.
86% de autofinanciación, gracias a la aportación de los fieles. En algunos casos son herencias, por lo que es una «cantidad imprevisible».
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