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Ainhoa de las Heras | Iñaki Juez
Viernes, 19 de abril 2024, 11:57
Pablo Martija, empleado de banca jubilado de 73 años, empezó hace unos años con pequeños olvidos. Sufría esa cruel enfermedad que se va comiendo la memoria de toda una vida. Y con él, la padecía también su familia. Su mujer, Idoia, su único hijo, su ... hermana, su cuñada Izaskun, de 60 años... El matrimonio y la hermana de ella vivían en un lugar privilegiado, el caserío Auzokoa, en el barrio Mendieta de Ajangiz, catalogado como bien protegido por el Gobierno vasco por su valor cultural y rehabilitado completamente hace unos cinco años.
La tragedia les sacudió este viernes. El hombre y su cuñada murieron a causa de un incendio doméstico y la esposa tuvo que ser trasladada aquejada de una intoxicación por inhalación de humo al hospital de Gernika, según informó el Departamento de Seguridad en una nota de prensa. Fuentes municipales señalaron también que la mujer y hermana de las víctimas presentaba síntomas de un ataque de ansiedad.
El fuego se desató sobre las diez de la mañana, por causas desconocidas, en la planta intermedia del caserón, que se eleva tres alturas, precisamente, en la habitación donde dormía el hombre. Según algunos vecinos, en la casa tenían un infiernillo para calentarse. Algunas fuentes apuntaban a un posible origen eléctrico del incendio, extremo que tendrá que ser confirmado por la investigación iniciada por la Ertzaintza en colaboración con los Bomberos. Según ha podido saber este periódico, el hombre murió calcinado y su familiar, por una intoxicación por humo al intentar auxiliarle.
Un matrimonio vecino, Román y su mujer, se encontraban en ese momento recibiendo a los gremios que les están reformando su hogar. En el barrio Mendieta, enclavado en un idílico paraje verde, rodeado de bosques, en la Bizkaia interior, se ubican cuatro caseríos de piedra y estructura de madera, todos ellos rehabilitados. Cuando ella se asomó al balcón y descubrió que «salía humo por todas las ventanas», alertó a gritos a su marido: «¡Se está quemando la casa de atrás!». Los electricistas se acercaron para comprobar lo que ocurría y vieron a una mujer pidiendo ayuda. De inmediato, llamaron al 112.
«Mucho humo y calor»
Los Bomberos de la Diputación vizcaína movilizaron a su parque de Arratzu, en Gernika, el último abierto y el que cuenta con las instalaciones más modernas. «Han tenido que romper la puerta del balcón para entrar», señalaban los testigos, y desplegar la escala hasta el primer piso.
Al mismo tiempo, también salieron efectivos del parque de Basauri «y una cisterna de Iurreta por si nos quedábamos sin agua» al tratarse de una zona aislada en pleno monte y de difícil acceso, explicó Ibon, jefe de guardia del servicio de extinción de la institución foral vizcaína. En un primer momento, pensaban que se trataba de un fuego en un tejado, pero al llegar al caserío Auzokoa, comprobaron que era interior.
«El fuego no estaba muy desarrollado. Había mucho humo y calor, pero la extinción ha sido rápida. Afectaba principalmente a una habitación», detalló. Su objetivo más urgente pasaba por encontrar a los moradores. Fueron ellos quienes localizaron los dos cuerpos sin vida en la vivienda. Poco después, el incendio se daba por controlado. Los camiones de extinción abandonaron el barrio Mendieta pasadas las doce y media del mediodía, aunque el mando permaneció en el lugar hasta que operarios de una funeraria retiraron los cadáveres, una hora después, cuando los forenses, que utilizaron trajes EPI, y la comitiva judicial habían terminado el levantamiento.
El hombre, con problemas de movilidad, fue alcanzado por las llamas, que devoraron la estancia en la que se encontraba. Al percatarse de que se había originado un incendio en la planta superior, la cuñada, Izaskun, subió a comprobar lo que ocurría y socorrer a su familiar, pero al tragar humo, la mujer quedó inconsciente y también perdió la vida.
«¡Vaya desgracia!», se lamentaban Román y su mujer, que han perdido a dos vecinos de siempre. Refugiados del sol bajo un árbol, contaban que Pablo cada vez estaba «más débil» y sufría caídas por su falta de estabilidad. En ocasiones, el vecino corría a ayudarle a levantarse porque él solo no podía.
Al lugar también acudieron varias patrullas de seguridad ciudadana de la comisaría de Gernika, que ha abierto una investigación para esclarecer las circunstancias del suceso, y ambulancias de Osakidetza. Las ventanas del caserío Auzokoa lucen ennegrecidas, única marca exterior del drama vivido dentro.
El caserío Auzokoa de Ajangiz fue declarado monumento por el área de Cultura del Gobierno vasco en octubre de 2007 y desde entonces forma parte del patrimonio cultural vasco. Construido hacia 1820 y en impecable estado de conversación, corresponde al estilo neoclásico de final del barroco que se popularizó en Bizkaia y destaca por su amplia fachada, larga balconada y un acceso en piedra, La parte trasera del inmueble se utilizaba como cuadra. Desde su portalón se ve la iglesia de nuestra señora de la Ascensión, en el centro histórico de Ajangiz, levantada en la misma época por el mismo arquitecto.
El dueño del caserío, Felix Pertika, fue una pieza clave en las gestiones para conseguir la construcción de la iglesia parroquial. Como muestra de agradecimiento, sufragaron entre todos los vecinos la reedificación de su casa y contaron con los mismos medios técnicos que para la parroquia. El resultado fue un magnífico caserío realizado en una sola fase y dentro de un proyecto organizado para el uso al que se iba dar al mismo.
De planta rectangular, los muros de la construcción son de mampostería, actualmente enlucidos, un recurso generalizado en los caseríos vascos (empleaban la cal como aislante). Bizkaia conserva alrededor de 14.000 caseríos, de los que «1.752 tienen algún interés cultural y 44 el máximo nivel de protección», es decir, son bienes calificados o están en vías de serlo.
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