E. C.

Las monjas de Orduña atribuyen su ruptura con la Iglesia a dudas de conciencia «y no al dinero»

Las clarisas ratifican que el 'obispo' excomulgado es su «pastor» desde hace un año mientras el prelado Iceta dice que «hasta el lunes estaban contentas»

Miércoles, 15 de mayo 2024

Si el martes la historia de las monjas rebeldes de Orduña y Belorado sumaba los ingredientes propios de un novelón o de una serie de culto, ayer derivó en sainete. Unos y otras elevaron el tono y se acusaron mutuamente de provocar un cisma muy ... mediático en la Iglesia en el que la fallida compra del convento orduñés de Santa Clara ha pasado de ser el quid de la cuestión a un asunto accesorio. Emergen otras controversias de mayor calado como la evolución -o no- del catolicismo y la organización de las congregaciones eclesiásticas, por ejemplo el federalismo de las clarisas, poco conocida fuera de los círculos que rodean a parroquias y monasterios.

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La gran novedad ayer fue que irrumpieron ellas. 48 horas después de emitir un explosivo comunicado en el que anunciaban su ruptura con Roma abjurando del Concilio Vaticano II, las catorce clarisas que vivían a caballo entre sus monasterios de Orduña y Burgos hasta que recientemente abandonaron el primero, llegaron para completar el relato y poner a Bilbao en el centro de todo. Las monjas cargaron contra el anterior obispo de Bilbao y el actual secundadas por el barman de Bilbao reconvertido en 'sacerdote' y abrazadas -metafóricamente- a su nuevo líder espiritual, que fundó su organización en Bilbao.

Por la mañana las religiosas estrenaron perfil en la red social Instagram publicando el selfie que se hicieron rodeadas de familiares y amigos, y un vídeo. Un evidente intento por empoderarse frente a quienes consideran que están siendo manejadas por el 'obispo' excomulgado Pablo de Rojas, creador de la Pía Unión de San Pablo, organización que la Iglesia considera una «secta» y a la que algunos ven similitudes con el Palmar de Troya.

Las monjas de clausura negaron haber sido «secuestradas» o «manipuladas», aunque la traca gorda llegó por la tarde. En una entrevista en Telecinco atribuyeron su renuncia a seguir los dictados del Papa Francisco a «dudas de conciencia y no al dinero» que está en juego en la operación inmobiliaria por la que han intentado vender su monasterio de Derio para hacerse con el de Orduña. Un proceso que paralizaron otras clarisas, las de Vitoria -propietarias del segundo inmueble-, al sospechar que el mecenas anónimo que quería aportar el dinero era Rojas, y que el objetivo real no era la mudanza de sus hermanas sino erigir en la ciudad vizcaína un centro de culto para la corriente preconciliar. Alerta roja en el seno de la Iglesia española.

La «duda de conciencia» también fue definida como «disyuntiva entre lo que pensamos y los documentos y palabras que vienen del Vaticano» y como efecto de «caerse del invento» de un Papa al que se considera «usurpador» y al que se afea su modelo aperturista. «Comparen la vida de los santos con la que lleva ahora la curia en Roma y la que se desarrolla en las parroquias, que parecen anglicanas». En este sentido, las religiosas señalaron también al obispo de Bilbao, Joseba Segura, al que ven como un «hereje» por promover encuentros entre comunidades cristianas y musulmanas. En declaraciones a ETB, Segura se mostró «extrañado» por lo que está ocurriendo y abundó en la posibilidad de que las religiosas estén siendo «manipuladas».

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Mucho menos profusas fueron las clarisas a la hora de explicar la fallida operación inmobiliaria. «Entre clarisas el dinero nunca va a ser un problema, tenemos voto de pobreza», explicó la abadesa sor Isabel de la Trinidad. Atribuyeron la necesidad de deshacerse del convento de Derio, que lleva cuatro años a la venta, a su necesidad de subsistir, «al precio del cacao» con el que elaboran sus afamados dulces, cuya demanda está disparando la publicidad de estos días, y al fastidio de tener ese inmueble vacío «porque lo pueden ocupar». Eso, «no nos permite llevar una vida contemplativa», zanjó la abadesa. Se negó a revelar el nombre del mecenas, pero sí aseguró que estaba dispuesto a «dejarnos el dinero para que compráramos nosotras» el convento de Orduña.

La birreta cardenalicia

Las monjas también confirmaron su cercanía a Pablo de Rojas, al que conocieron «a través de un seglar» hace más de un año, y para el que todo fueron elogios. «Es un pastor entrañable». Pero el 'obispo' excomulgado no da señales de vida en Belorado, aunque estar, está. Ayer volvió a ser visto en la finca del monasterio.

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Todo lo contrario que su 'número dos', el 'sacerdote' y barman José Ceacero. Omnipresente, arremetió con dureza contra el arzobispo de Burgos y exobispo de Bilbao, Mario Iceta, cabeza visible de la Iglesia en este caso. Ceacero le acusó de tener «inquina personal» contra la abadesa. También le afeó «haber llevado a la ruina a familias» cuando participó en la compra de Cajasur que realizó Kutxabank y que ponga pegas al asunto de Orduña «y no dijera nada» cuando la Iglesia de La Merced fue reconvertida en Bilborock. Y fue más allá y alentó intrigas eclesiásticas: «Está nervioso porque las monjas le han plantado cara y su jefe Bergoglio no le va a dar ya la birreta cardenalicia» a causa de este conflicto.

¿E Iceta qué responde a todo esto? No se sabe. El prelado declinó conversar con este periódico, «solo lo hace con medios nacionales y de Burgos» explicaron sus portavoces. Por la mañana, en una entrevista concedida a Onda Cero, reconoció su «estupor» por lo que está ocurriendo y volvió a tender la mano a las monjas díscolas. «Hasta el lunes estaban contentas, no parecían tener quejas».

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