En Zubiarte se respiraba ayer a la mañana una intensa actividad. En la Plaza Central, como se bautizó hace veinte años al área principal del complejo comercial de Abandoibarra, algunos usuarios curioseaban en los escaparates de Ikea y Jack&Jones. Muchos clientes desayunaban en Bissap, ... un negocio especializado en desayunos y 'brunchs' que elabora una cocina donde «sí se cocina», recordaban los camareros. Sirven hamburguesas artesanas, pamitxas, totopos, ensaladas... pero pillar mesa en su terraza es casi imposible a hora punta.
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Justo enfrente, varios estudiantes se arremolinaban en torno a Belros, la tienda de chuches y snacks «más divertida del mundo» y presente en más del 90% de grandes superficies de España. Una joven comercial de la clínica dental Dr. Smile ofrecía descuentos para «alinear sonrisas», mientras un grupo de jubilados se detenía junto a un vendedor de coches argentino que hablaba maravillas de Omoda, un vehículo fabricado en China. «Utiliza combustible, pero todo el funcionamiento es eléctrico», detallaba. A muy pocos metros, otra joven entraba acompañada de su pequeño y su madre en Stradivarius «a mirar un pantalón, pero solo si está de rebajas». mientras que en Zara, la otra enseña del grupo Inditex de Zubiarte, varias empleadas trasladan unos 'burros' cargados de blusas.
Un día aparentemente normal si no fuese porque Zara, que opera en un local de casi 1.700 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, ha iniciado la cuenta atrás de una carrera que rematará el próximo día 29 con el cierre de su establecimiento.
«Una noticia, evidentemente, nada positiva porque Zara es Zara. No es lo mismo que se vaya esta empresa que una menos conocida», reconoce Raquel Conejo, directora de un centro de casi 21.000 metros cuadrados en el que operan 45 firmas de moda, tecnología, belleza, ocio, restauración y alimentación. «Tenemos vacíos dos locales, que en breve se volverán a ocupar, y el que ahora mismo explota Zara pronto tendrá nuevos inquilinos. No se va porque le vaya mal, sino porque actúa igual en todas las ciudades donde cuenta con una 'megastore'. Es su estrategia», justifica la ejecutiva.
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Zubiarte, propiedad del fondo inmobiliario ASG, vive un momento agridulce. Posiblemente se enfrente a uno de los momentos más delicados de su historia. Los últimos años ha experimentado una profunda transformación por la llegada de nuevas compañías, como Sprinter, que levantó la persiana el pasado agosto, y la renovación de un buen número de locales que permanecen desde 2004. «A Ikea le va genial y nos ha pedido más metros, pero no disponemos de sitio», remarca Conejo. Igual que a las ocho salas de Cinesa, que atraen, especialmente los fines de semana, a cientos de familias y jóvenes, o los establecimientos de restauración. «Los llenan los currelas de Torre Iberdrola y los universitarios. Hemos sabido adaptarnos a todos los cambios», presume la directora.
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