No hace falta ninguna encuesta para saber que el robo de móviles es el delito más recurrente en las calles de Bilbao. Quien no ha pasado por ello, conoce a alguien que sí. Lo que hace el sondeo divulgado ayer por el Ayuntamiento es cuantificar ... el asunto: el 47% de quienes dicen haber sido víctimas de un ilícito penal lo han sido porque les han sustraído el teléfono o la tableta. A continuación, aunque lejos, está el robo de bolsos o carteras (21%) y en una proporción similar las «amenazas, coacciones o intimidaciones». Resulta curioso que las estafas y demás acciones por internet, el delito que más crece en los últimos años según las estadísticas policiales, solo son mencionadas por el 11,3% de quienes han sufrido el azote de la delincuencia.
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En este entorno en el que los bilbaínos rebajan la nota de la ciudad por el impacto de la delincuencia y cada vez se muestran más preocupados por el asunto no sorprende lo siguiente: el 17,1% de las personas encuestadas dice que, si pudiese, se cambiaría de zona de residencia dentro de Bilbao por razones de seguridad. Es un porcentaje doblemente llamativo si se tiene en cuenta que solo un año antes, en 2022, era el 15,8%, y antes de la pandemia el porcentaje se quedaba en el 14,9%. Es decir, se muestra coherencia con el resto de indicadores y avanza en la misma dirección preocupante.
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Es lógico que los más propensos a mudarse sean quienes viven en Ibaiondo, el distrito donde se califica con una nota más baja la seguridad. Allí, casi uno de cada cuatro residentes (el 24,6%) querría irse a un sitio más seguro. Un porcentaje parecido hay en Rekalde (22,7%). En el extremo opuesto está Abando, el distrito más rico y cotizado, donde pese a sufrir una sensación de inseguridad que está en la media de la ciudad, sólo se mudaría un 9,2%. Y en Deusto, el distrito cuyos vecinos se consideran más seguros, querría marcharse únicamente el 9,8%.
A la hora de hacer las maletas hay mucha diferencia según la edad que tiene a quien se le pregunta. Así, los vecinos menos propensos a cambiarse de residencia son los mayores de 65 años: sólo el 10,7% dice que se mudaría a otro barrio escapando del peligro percibido. Y, por contra, la franja de edad más proclive al cambio está entre los 31 y 45 años, gente mayoritariamente en edad de tener hijos pequeños, donde el porcentaje es el más alto, el 22,2%.
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Por último está el papel que la ciudadanía adjudica a cada cuerpo policial. Para problemas de convivencia ciudadana, el 46% de los encuestados llamaría a la Policía Municipal y el 42,4% a la Ertzaintza. Sin embargo, en casos de delitos graves se acude muy mayoritariamente a este último cuerpo, nada menos que el 80,3%, mientras que solo el 11,2% llamaría a la guardia urbana.
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