

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Las peritos forenses de la Audiencia vizcaína y la psiquiatra de la cárcel de Basauri, donde está ingresado Faustino Méndez, acusado de matar a su mujer y su hija en marzo de 2020 en su chalé de Abanto, han discrepado sobre su estado mental en el juicio con jurado que se sigue contra él. Mientras que las primeras mantienen que el procesado presenta una «personalidad narcisista y manipuladora» con «ideas sobrevaloradas» de la realidad, que no llega a constituir una enfermedad mental como tal, la doctora de la prisión entiende que Faustino sufría una «depresión profunda con rasgos deliroides» que le empujó a cometer los asesinatos y a intentar suicidarse.
La forense experta en psiquiatría Ana Eugenia Abasolo, con treinta años de experiencia, mantuvo con el acusado dos entrevistas clínicas por videoconferencia debido a la pandemia y tuvo acceso al sumario del caso, donde se recogen los testimonios grabados de los familiares de las víctimas y del propio acusado. En su opinión, Faustino se sentía «excluido» de la familia que formaba con Miren y Paola por el estrecho vínculo entre ambas, a las que «infantilizaba» cuando minusvaloraba su capacidad de autonomía. «La opinión de ellas era irrelevante para él. Habían hablado sobre un suicidio colectivo y Miren le dijo que no quería morir, aunque no le importó», ha explicado la forense. «No he podido reconstruir en mi mente las relaciones de esa familia porque al final él hablaba de si mismo y ofrecía una versión idealizada. Le importa mucho la imagen social», ha admitido.
Ante las peritos, Faustino asumió su «culpa» y se presentó como un «monstruo». Abasolo ha apreciado otra contradicción en su forma de ser. Mientras que refiere «preocupaciones hipocondríacas», como creer que tenía cáncer cuando era una gastritis, o que su mujer se iba a quedar ciega mientras que conducía y leía un ebook, sin embargo seguía con sus «hábitos poco saludables». La forense ha descartado que padeciera un brote psiquiátrico, una ruptura con la realidad, y un delirio cuando golpeó con una maza y degolló a su mujer y a su hija, aunque sí observa en él un «estado subdepresivo cronificado en el tiempo con tendencia al ánimo bajo y dificultades para resolver problemas». A su juicio, en todo caso, pudo existir una «merma leve de sus capacidades volitivas e intelectivas por el alcohol como inhibidor».
Faustino, de 62 años, contó a unas y otra en sus respectivos encuentros que su padre le había maltratado físicamente en su niñez y que las vejaciones psicológicas habían continuado también siendo adulto. También admitió un episodio en el que dio un puñetazo en la pared durante una comida familiar porque Miren le puso carne y él no quería. «Me llama mucho la atención que frente a esa explosión de violencia no hubiera una respuesta de la familia. Es muy significativo, indica un clima», ha apuntado la experta en psiquiatría. La «brutalidad, la rabia» con que mató a las dos mujeres contrasta luego con la «levedad» de su intento de suicidio. «Incluso cambia de método. Él usa para si mismo el de poco dolor y con una intencionalidad avisada. 'Quiero morirme pero os lo cuento a todos'». La analítica en sangre que le practicaron en el hospital de Cruces tras su detención en un trastero mostró sólo «dosis terapeúticas» de tranquilizantes, aunque él había asegurado que tomó «50 pastillas» para quitarse la vida. Tampoco la «ruina» en la que Faustino afirmaba que se encontraba la empresa familiar era tal.
El interrogatorio a la psiquiatra de la cárcel de Basauri por parte del fiscal y los abogados de la acusación particular y la acción popular, representada por la asociación feminista Clara Campoamor, ha sido el momento más tenso de todo el juicio. La testigo-perito, que presentó su primer informe sobre el caso el 16 de marzo de 2020, días después de los hechos, se ha preguntado «¿cuál es el beneficio que sacaba este paciente con semejante atrocidad?» para defender que estaba «enajenado, fuera de la realidad». El letrado Joseba Estrade le ha preguntado entonces «¿qué sacan los autores de los 50 crímenes machistas que hay al año cuando matan a sus mujeres?». Para la médica, que solicitó el traslado del preso a un centro penitenciario psiquiátrico, «la brutalidad de las muertes orienta hacia la locura». En prisión, el hombre intentó suicidarse con pastillas y estuvo «cinco días en coma». Otro de los signos que demuestran la patología, pese a no haber sido detectada antes, se basa, según la facultativa, en la confesión que hizo a sus hermanas al día siguiente, aunque luego se escondió en un trastero en Portugalete, donde fue detenido por la Ertzaintza. «El psicópata escapa mientras que el enfermo mental se queda en el lugar del crimen». Preguntada por la defensa, la psiquiatra ha contestado «que la voluntad de Faustino era la de suicidarse, pero no podía irse y dejar a su mujer y su hija en una situación de desvalimiento». La doctora ha asegura su «pronóstico es muy malo», aunque le ha prometido «no quitarse la vida en Basauri».
Miren Uranga, de 56 años, y su hija Paola, de 24, murieron desangradas a causa de sendas heridas por «degüello» en el cuello, según han explicado los forenses de la Audiencia vizcaína que practicaron las autopsias ante el jurado en el juicio que se sigue por el doble crimen. Además, ambas mujeres presentaban «traumatismo craneoencefálico con hundimiento» compatible con un impacto violento de la maza de demolición hallada en el chalé donde se encontraron los cadáveres, en marzo de 2020. Primero se produjeron los golpes en la cabeza y después los cortes en el cuello.
En el caso de Miren, recibió «tres o cuatro» golpes en la cabeza, que le provocarían «aturdimiento» y la dejarían inmóvil, a juicio de los expertos. Además, se le localizaron «heridas características de defensa» en una mano y un brazo, que indicarían una «resistencia ligera», como un «acto reflejo», han matizado a preguntas del fiscal. Uno de los cuchillos de tipo panero hallado bajo el cuerpo de Paola en su dormitorio podría ser el arma homicida.
La hija tenía también una herida en la nuca provocada después de la muerte. Los peritos han acompañado su explicación con imágenes de las autopsias después de aclarar que se trataba de imágenes que podían herir la sensibilidad del tribunal popular y del público. La sala se encuentra hoy llena de estudiantes de medicina. El acusado, Faustino Méndez, ha rehusado en todo momento ver las fotografías en el monitor y se ha mantenido con los ojos cerrados durante la pericial forense.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Pastillas, cadáveres en habitaciones distintas... la extraña muerte de Gene Hackman y su mujer
Oskar Belategui | Mercedes Gallego
Favoritos de los suscriptores
Pastillas, cadáveres en habitaciones distintas... la extraña muerte de Gene Hackman y su mujer
Oskar Belategui | Mercedes Gallego
Noticias recomendadas
Pastillas, cadáveres en habitaciones distintas... la extraña muerte de Gene Hackman y su mujer
Oskar Belategui | Mercedes Gallego
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.