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Para la burgalesa Beatriz García, Bilbao siempre ha sido una opción cómoda. Estudió Medicina en la UPV y durante aquellos años estableció un círculo de amistades en la ciudad que le hacen sentirse arropada. Así que cuando decidió especializarse en cirugía maxilofacial y surgió la ... posibilidad de realizar su residencia en Cruces no lo dudó. «Me gustan las especialidades quirúrgicas y, dentro del cuerpo, las zonas que más me interesaban eran la cabeza y el cuello. En mi lista de opciones estaban neurocirugía, plástica o maxilofacial. Así que una vez supe la nota del examen MIR y la calidad de vida de las ciudades a las que podía ir elegí», recuerda.
La suya es una especialidad con pocos profesionales. Cada año acaban su formación una treintena aproximadamente, lo que hace que estén demandados. Al ser también una rama médica tan específica, solo cuentan con este servicio los grandes hospitales. Tras acabar su residencia a García le ofrecieron quedarse en el hospital donde se formó. Aceptó. «Estoy contenta en el servicio donde estoy y es un lugar donde puedo crecer a nivel profesional», valora.
Aunque no es su idea a corto plazo, sabe que maxilofacial es una especialidad con salida en la sanidad privada, lo que le podría permitir a futuro complementar su actividad en el sector público o explorar otra vía laboral si fuese necesario. A futuro sabe que «si me quiero quedar aquí y tener una plaza en propiedad medianamente pronto tendré que estudiar euskera» por el «importante» número de puntos que otorga en una OPE tener acreditado el perfil lingüístico, algo que no comparte pero que acepta.
Para Irantzu García la decisión era algo casi natural. Esta médica nacida en Amorebieta, pero que ha vivido durante muchos años en Vitoria, decidió que quería especializarse en medicina de familia en Osakidetza. «Miré la posibilidad de irme a otras comunidades, pero en Euskadi tenemos uno de los mejores programas formativos para los residentes», recuerda. Por si fuera poco, salarialmente el Servicio Vasco de Salud «es de los que más paga a los MIR», que aunque no es lo más importante, siempre suma.
Dentro de todos los posibles destinos que tenía a su disposición en Euskadi eligió una organización pequeña, casi familiar: la de Barakaldo-Sestao. Tan «cómoda» se sintió durante sus años de MIR en esta área sanitaria que al acabar su residencia en septiembre no dudó en aceptar una propuesta para seguir trabajando en ella. «Me ofrecieron seguir haciendo sustituciones y dije que sí», cuenta. García incluso se ha comprado una casa en la zona, prueba fehaciente de lo bien que se encuentra en esta zona de Bizkaia.
Esta facultativa ha elegido ejercer en la especialidad con mayor carencia de médicos de la actualidad. Además tiene un poco de «mala fama por las condiciones en las que trabajamos, con muchos pacientes en agenda, un tiempo limitado para verles y muchas bajas de compañeros». Para ella, familia ofrece muchos más alicientes que inconvenientes. «Es la especialidad que abarca un poco todo y la más cercana al paciente. A mí me gusta interactuar con ellos, conocerlos y que confíen en mí. Puede ser que las condiciones no sean las óptimas, pero alguien tiene que hacer esta labor y a mí es la medicina que me gusta».
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