José Carlos Rojo
Sábado, 10 de febrero 2024, 00:23
A Alicia le comen los nervios. Cada vez que recuerda lo sucedido el pasado miércoles se le revuelve el estómago. «Entraron por la puerta a las ocho menos diez de la tarde, después de hacer lo que hicieron, y pidieron un capuchino, un Cola Cao ... y dos palmeras», recuerda la responsable de la confitería Asuetto, en pleno centro de Castro Urdiales.
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«Noté al mayor algo ido, como pensando en sus cosas, pero como era adolescente no me llamó más la atención», explica sin querer entras en muchos más detalles. Le contó todo lo sucedido a la Guardia Civil; pero ya está cansada de revivir los hechos. «No me gusta ser el centro de atención porque ya es bastante complicado lo que viví como para que al final tenga que exponerme aún más», lamenta. No sabe, tampoco, qué pudo motivar a los dos hermanos a entrar en su establecimiento. «No lo sé, supongo que estaban perdidos y simplemente les entró hambre. ¿Qué más van a pensar dos niños así después de lo que había pasado?», se sinceraba.
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