Los mendizales vizcaínos lloran a Txema, el 'alma mater' del Belén del Gorbea

El mundo del montañismo vizcaíno llora hoy la muerte de José Manuel Sainz-Ezquerra, al que todo el mundo le llamaba Txema. Este mendizale natural de Balmaseda pero residente en Bilbao falleció ayer viernes a los 79 años, haciendo una de las cosas que más le gustaba: ciclismo. Había salido a dar pedales con su 'cabra' (así le llamaba a su bicicleta) y, de pronto, se sintió indispuesto. Fue trasladado al hospital pero nada se pudo hacer por salvar su vida.

Txema era querido y conocido por ser el 'alma mater' de la cuadrilla de montañeros que todos los años sube al Gorbea y planta allí un singular Belén. Una tradición a la que no había faltado en los últimos 50 años. «Estamos tristes porque hemos perdido a un gran compañero y una gran persona», asegura su amigo Josu Beltrán.

Beltrán cuenta la historia de cómo Txema cogió la responsabilidad de instalar cada Navidad un nacimiento en el monte más alto de Bizkaia. «La tradición la instauró un relojero navarro llamado Pablo Valencia. Fue en 1970. Pablo tenía una tienda en la calle Bidebarrieta y a Txema y su hijo le fascinaban los relojes de cuco que allí había. Así que de tanto ir a ese establecimiento, pues entablaron una relación. Y el relojero sabía que Txema era montañero. Así que en 1974, cuando Pablo ya estaba mayor, le cedió el testigo a nuestro amigo».

El mendizale fallecido ayer ha mantenido la llama de esa tradición hasta la actualidad. Es más, Txema la ensanchó y popularizó. Desde hace unos años, las personas que participan en esta iniciativa se visten y disfrazan para darle un carácter festivo y lúdico a la ascensión. «Hemos ido de tiroleses, de escoceses, de La Guerra de las Galaxias... Hasta celebramos una boda, en el 50 aniversario, y Txema hizo de novio».

El balmasedano fue también un gran deportista durante toda su vida. «Tenía ese espíritu muy bilbaíno del hombre amante de los retos atléticos y la aventura», cuenta Iñaki García Uribe, otro de sus amigos. Con 79 años, Txema salía todavía tres veces por semana a andar en bicicleta. «También nadaba habitualmente y seguía yendo al monte».

La montaña era su hábitat natural. «Conocía todos los recovecos; sabía siempre guiarnos y contarnos todo tipo de historias de allí por donde caminábamos», recuerda Beltrán. «Tenía un ordenador en la cabeza y sabía de todo. Incluso cuando iba a cambiar el tiempo», añade su amigo.

Para Iñaki García Uribe, Txema fue una persona «entrañable». «Siempre afable, positivo y educado», le recuerda. «Y no era nada fanfarrón. Tenía un valor especial», se duele por su pérdida.

En lo profesional, Txema fue experto en siniestros en una empresa de seguros, donde entró a trabajar de adolescente. En 2009, este diario le dedicó un reportaje con motivo de su jubilación. El mendizale recordaba los 50 años que pasó en el mundo del seguro y la gran cantidad de accidentes que dilucidó y tramitó. Recomendaba conducir «a la defensiva, tratando siempre de evitar la colisión, tengas o no la razón».

Él mismo contaba que había sufrido algún percance con el coche, aún siendo muy precavido. «En más de 40 años de carné, me han dado dos veces por detrás, he tenido suerte». Txema deja dos hijos y dos nietas. El velatorio será hoy, de 16.00 a 20.30 horas; y mañana, domingo, de 11.00 a 14.00 horas, en el Tanatorio Asifune Tanadeusto (Morgan 2A, de Bilbao, junto a la Clínica IMQ Zorrozaurre). «Te echaremos de menos», coinciden sus amigos.

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