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Momento en el que sacaron el coche del agua. Luis Calabor
La tumba de unos novios en el muelle de La Canilla

La tumba de unos novios en el muelle de La Canilla

La memoria negra ·

Tres veinteañeros murieron en enero de 1999 al precipitarse al agua el coche de un amigo aparcado en el paseo de la ría, en Portugalete, en el que regresaban de fiesta

Miércoles, 1 de mayo 2019, 00:13

María Arroyo, de 22 años, su novio Néstor de Miguel, de 22, y un amigo, Raúl García, de 20, todos ellos estudiantes y vecinos de Trapagaran, se dejaron la vida en el muelle de La Canilla hace veinte años. El coche de un amigo en el que iban a regresar a casa se convirtió en su tumba al caer al agua. Los tres chicos murieron ahogados al quedar atrapados en el interior. La angustiosa escena ocurrió en la madrugada del 17 de enero de 1999.

Como casi cada sábado, la cuadrilla había quedado en la cuesta de Santa María, en Portugalete, «para dar una vuelta». Planeaban regresar pronto a casa porque María, que acudía a diario al campus de la Universidad del País Vasco (UPV) en Vitoria, tenía que estudiar para los inminentes exámenes de febrero. Pero la noche se alargó más de la cuenta y el grupo no abandonó la zona de marcha hasta pasadas las cuatro de la madrugada. La pareja de novios y Raúl se adelantaron, mientras que el dueño del 'Ford Fiesta' que les llevaba se quedó algo retrasado con otro amigo.

El turismo estaba aparcado de cara a la ría en el muelle de La Canilla, muy cerca de la estación de Renfe, en una zona reservada al amarre de los remolcadores, con el acceso restringido a personal autorizado. Ante la falta de parkings públicos de la localidad jarrillera, especialmente durante los fines de semana, numerosos automovilistas dejaban sus vehículos estacionados en esta zona, pese a que dos placas colocadas a la entrada del recinto impedían el acceso de personas y coches ajenos al servicio de remolcadores. Tras el trágico suceso se escucharon voces que pedían barreras físicas para impedir el paso, y vigilantes. Desde la Autoridad Portuaria, propietaria de los terrenos, alegaban: «No podemos vallar todo el borde de la ría desde Santurce hasta San Antón, ni poner vigilancia en cada punto».

Un «trompicón»

Los tres chicos se montaron en el 'Ford Fiesta' con la intención de recoger al paso a los rezagados. Había marea alta, llovía copiosamente y la profundidad del agua rebasaba los cinco metros. Al parecer, cuando los jóvenes arrancaron el motor, el coche tenía una marcha metida, por lo que, según los testigos, dio una especie de «trompicón» hacia delante. Según este testimonio, las ruedas delanteras quedaron suspendidas en el aire, mientras el automóvil se balanceaba sobre el borde de cemento del muelle. Apenas unos segundos después, el vehículo cayó en picado por su propio peso sin dejar tiempo a sus ocupantes para reaccionar. Las aguas se tragaron con una rapidez inusitada al turismo, que giró hacia atrás y volcó sobre el techo. Esa posición pudo obstaculizar aún más los intentos por salvarse de los tres amigos, que no lograron abrir las puertas.

El dueño del coche, que preocupado por la tardanza, se acercó con su acompañante hasta el lugar donde había aparcado, llegó a ver hundirse la carrocería, y se sumergió en la ría hasta la cintura para tratar sin éxito de ayudar a sus compañeros. Desistió al comprobar que cualquier maniobra era inútil. Buzos de la Ertzaintza y de Cruz Roja rescataron los cadáveres sobre las siete de la mañana.

Hace 27 años, el 1 de mayo de 1992, un suceso similar se saldó con la muerte de otros dos jóvenes de 20 años, que también perecieron en la misma zona al caer su coche al mar. El conductor logró sobrevivir al escapar del vehículo.

Luis Calabor
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