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Una timba de cartas que terminó con un crimen en Portugalete

Una timba de cartas que terminó con un crimen en Portugalete

La memoria negra ·

Xing Ming mató de una certera cuchillada a Tian Shijang, un compatriota con el que convivía en un 'piso patera' en noviembre de 2011

Jueves, 9 de mayo 2019, 00:19

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Xing Ming y Tiam Srijiang, dos inmigrantes chinos de 37 y 47 años, vivían con otros compatriotas en un piso patera de la Avenida Abaro de Portugalete. Tras el crimen, la Ertzaintza contabilizó en el domicilio once personas, entre ellos un bebé y su madre. Aquella noche del 25 de noviembre de 2011, agresor y víctima, además de otros cuatro individuos, llevaban horas bebiendo whisky y jugando a cartas, uno de sus principales pasatiempos.

El alcohol empezó a hacer mella y se produjo una riña entre Xing y Tian. El primero, más corpulento, le empujó e intentó agredirle con un machete, pero los otros cuatro hombres se lo impidieron, le redujeron y le quitaron el arma blanca, que escondieron detrás del microondas. Intercambiaron golpes y varios de ellos presentaban magulladuras y heridas sangrantes. Cuando parecía que el ambiente se había calmado y todos se habían ido a sus habitaciones, Xing se sentó en el sofá «muy enfadado», según reconoció en el juicio, celebrado en julio de 2013 en la Audiencia vizcaína. Seguía rumiando su frustración. Sobre la una y media de la madrugada, se levantó, cogió un cuchillo y fue al dormitorio de la víctima, donde le clavó parte del filo de 22 centímetros del arma blanca en un costado, con tal intensidad que le penetró en la arteria carótida y le causó la muerte por hemorragia.

Descalzo y herido

El homicida salió huyendo de la vivienda. No le importó ir descalzo. Los demás habitantes de la casa llamaron a una ambulancia. Cuando llegaron al lugar las primeras patrullas de la Ertzaintza se toparon con un mutismo absoluto. Solo una mujer hablaba algo de castellano y negaban que hubiera ocurrido nada en la vivienda. El autor del crimen caminó descalzó cuatro kilómetros. Estaba herido con un corte de arma blanca en el cuello y en estado de embriaguez hasta Santurtzi. Cuando el hombre, desorientado, pretendía acceder a las instalaciones del Puerto alrededor de las tres menos cuarto de la madrugada, fue interceptado por agentes de la Guardia Civil. En un principio pensaron que podía tratarse de un marino de un barco chino, pero el capitán no le reconoció como un miembro de la tripulación.

Al comunicarse con la Ertzaintza, les indicaron que podía tratarse de la persona a la que estaban buscando por su implicación en un homicidio en Portugalete. Por orden del juez de guardia de Barakaldo, el detenido, que se encontraba en situación irregular, fue trasladado al piso donde se habían registrado los hechos. En un principio negó los hechos, pero al ver el cadáver de su compatriota, se derrumbó. El jurado popular encargado de juzgarle le consideró culpable del homicidio, aunque reconoció como atenuantes de su conducta que estaba afectado por la ingesta de alcohol, su arrepentimiento espontáneo y las dilaciones indebidas en el proceso. Fue condenado a siete años y medio de prisión.

En la sentencia, se especificaba que de aclararse –algo que no se había logrado durante el proceso– si el fallecido tenía hijos o dejaba viuda en China, se les concediera una indemnización de 50.000 euros.

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