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El «niñato sin carné» que atropelló y arrastró a un ertzaina casi un kilómetro en Aparcavisa

El «niñato sin carné» que atropelló y arrastró a un ertzaina casi un kilómetro en Aparcavisa

Se cumple una década de la muerte del agente Fernando Luis Pérez, al que embistió una furgoneta robada en un control de alcoholemia

Miércoles, 27 de febrero 2019, 07:40

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Fernando Luis Pérez tenía 49 años, estaba separado y vivía con su hija de 22 años y su madre. Era ertzaina, de la primera promoción, de los conocidos como 01, por el comienzo de su número de placa, y llevaba 26 años en la Unidad de Tráfico de Bizkaia. La fatalidad quiso que se cruzara en su camino Jon Felipe del Tío, un delincuente habitual de 19 años, que conducía sin el permiso una furgoneta robada. Un «niñato sin carné», como le definió un compañero de Fernando tras el terrible suceso. Consciente de que estaba cometiendo un delito, para evitar que le detuvieran, se llevó literalmente por delante a un servidor público.

Ocurrió en la medianoche del 20 de febrero de 2009. El grupo 3 de Tráfico Bizkaia, que aquella semana estaba de turno de noche, había colocado un control de alcoholemia y drogas, precisamente para sacar de la carretera a conductores peligrosos, en la rotonda de Aparcavisa, un punto con buena visibilidad. Fernando realizaba esa noche labores de seguridad. Mientras otro agente seleccionaba los coches que iban a parar, él le protegía por detrás con una escopeta en bandolera.

De repente, vieron aproximarse una furgoneta 'Mercedes Benz' blanca. Después supieron que había sido sustraída dos días antes en Camino de Arbolantza, en Bilbao. Dentro viajaban al volante Jon Felipe y en el asiento de copiloto, su novia. Se dirigían a un hotel en el que se alojaban esos días. Su vida discurría a toda velocidad. Pese a su corta edad, el joven acumulaba antecedentes por robos con fuerza en turismos, lesiones y violencia de género, precisamente por golpear a la chica que le acompañaba. Los ertzainas le dieron el alto, pero en lugar de parar aceleró y golpeó en una mano a uno de los agentes. «Pero, ¿no vas a parar?», gritó Fernando momentos antes de ser arrollado por la furgoneta. El ertzaina, corpulento, que medía 1,82 metros y pesaba 92 kilos, quedó encajonado en la rueda izquierda trasera, y fue arrastrado a lo largo de unos 750 metros, desde la rotonda de Aparcavisa hasta la de Galindo.

Una bala en la tibia y el peroné

Al ver la escena, los compañeros de Fernando usaron sus armas reglamentarias. «Disparé porque cada segundo que pasaba estaba matando a mi compañero», declaró en el juicio uno de los policías, que llegó a estar imputado en la causa por un delito de lesiones, aunque finalmente quedó exculpado. Una bala alcanzó a la novia del delincuente en el tórax, lo que le provocó una lesión medular y quedó en silla de ruedas, y otra le impactó a él en una pierna. Sólo en ese momento, cuando el proyectil le atravesó la tibia y el peroné, dejó de acelerar. La chica herida recibió una indemnización del Departamento de Interior de 600.000 euros. La sentencia obligaba al condenado, insolvente, a pagar a la hija del fallecido 200.000 euros y 50.000 a su madre.

Según los forenses, Fernando murió a causa de las lesiones del arrastre, así que si el conductor hubiera parado antes, podría haberse salvado. El acusado declaró en el juicio que no fue consciente de que llevaba a una persona en los bajos, sino que creía que se había subido a un bordillo, aunque el tribunal consideró esta versión «poco creíble». Finalmente, la Sección Primera de la Audiencia vizcaína le condenó a trece años y nueve meses de prisión por un delito de homicidio doloso en concurso con otro de atentado a agente de la autoridad. La acusación particular, que llevó el sindicato Erne en nombre de la familia del agente, solicitaba para él 22 años de prisión al considerar los hechos un asesinato con alevosía y ensañamiento.

La hija del ertzaina, «desempleada», y que dependía económica y emocionalmente de su padre, quedó en una situación precaria y denunció de forma pública que se había sentido «abandonada». Erne reclamó al entonces Departamento de Interior «una modificación normativa para mejorar la situación de las familias en los casos de agentes fallecidos o heridos gravemente en actos de servicio».

«Dejó una huella imborrable»

Al cumplirse la semana pasada diez años de la muerte de Fernando, el secretario general de Erne, sindicato al que estaba afiliado, Roberto Seijo, recuerda su «profesionalidad, implicación, humanidad, compañerismo y bondad». Su desaparición dejó «una huella imborrable» y algunos se han propuesto seguir su «ejemplo». «Él educaba a sus compañeros en los beneficios de hacer las cosas bien. 'Cuesta menos hacerlo bien que mal', les repetía», recuerda Seijo. Le destaca también como «garante del buen trato con el ciudadano», aunque implacable con quien no cumplía. «Entrañable, carismático, cariñoso con todo el mundo...».

Una década después, «Fernando sigue siendo parte de la vida de los que le conocimos y tuvimos la suerte de compartir con él muchos momentos. Un abrazo amigo, compañero, estés donde estés seguirás siendo nuestro modelo a seguir», concluye Seijo.

«Fernando Luis Pérez era mi amigo»

Luis Calabor

Fernando Luis Pérez era mi amigo. Un tío serio pero muy buena persona. Solía coincidir con él en muchos accidentes y le veía cómo se implicaba en su trabajo. Por la noche me llega un mensaje donde me informan que se ha producido un accidente grave en la rotonda de Aparcavisa.

Cuando estoy llegando veo cantidad de recursos policiales y asistenciales, lo que indicaba la gravedad del suceso. Me indican que me mantenga alejado lo posible del lugar y que hay un agente fallecido. No me dicen de quién se trata a sabiendas de que los conozco a todos y me va a resultar muy fuerte.

Empiezo a realizar mi trabajo con cierta desazón viendo a sus compañeros con las caras desencajadas. Insisto. Al final me dicen que se trata de Fernando y me da un vuelco el corazón. Veo toda la escena desde lejos. Los heridos habían sido evacuados. En el lugar la furgoneta y el cadáver de Fernando tapado con una sábana.

Siguen llegando más agentes y los equipos de investigación. Recorro el trayecto que ha hecho la furgoneta y la marca que ha dejado sus neumáticos bloqueados en el asfalto. Setecientos metros ha recorrido la furgoneta hasta que la han parado los ertzainas a tiros.

Fernando no merecía morir así. Q.E.P.D.

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