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El homicida de Santurtzi que llamó a un amigo para deshacerse del cadáver de su mujer

El homicida de Santurtzi que llamó a un amigo para deshacerse del cadáver de su mujer

Un vecino de la localidad marinera estranguló a su esposa e intentó que un conocido le ayudase a meter el cuerpo en una maleta y simular un accidente en octubre de 2008

Jueves, 21 de febrero 2019, 01:07

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Iván P. tenía entonces 32 años y ya acumulaba deudas, dos hijos de diferentes madres y un historial de malos tratos a las dos mujeres con las que convivió. A la última, Doccas David, de 26 años y natural de Sierra Leona, la mató estrangulándola en el domicilio familiar, ubicado en la calle Ramón y Cajal de Santurtzi el 5 de octubre de 2008. El crimen se produjo alrededor de las diez y media de la mañana. La mujer le reclamó una cantidad de dinero y se inició entre ambos una discusión. Iván debía sólo a la comunidad 12.000 euros en cuotas impagadas, pero conducía un 'Audi A-6' y había decorado la vivienda a todo lujo. La relación de la pareja era tempestuosa, según los vecinos, que escuchaban procedente de su piso «jaleo cada dos por tres».

El cadáver de Doccas fue localizado en la cama boca abajo con las manos y pies atados. Después de matarla, el homicida llamó a un amigo y le pidió que le ayudase a deshacerse del cadáver. Había pensado hasta la forma de hacerlo: quería meter el cuerpo en una maleta para después despeñarlo simulando un accidente. Iván limpió la sangre de la cocina. Después, bajó a la calle y encontró un comercio en el que compró una bolsa de viaje. El conocido llegó a desplazarse al domicilio, pero al entrar y ver los pies atados de la mujer, se asustó y decidió avisar a la Policía.

Llamada a la Policía

Los ertzainas localizaron a Iván en su coche y le pidieron que les dejara entrar en el domicilio, a lo que accedió. En pocos minutos se derrumbó y confesó que había estrangulado a su mujer. Después se supo que tenía desde el año anterior una orden de alejamiento de su anterior pareja, una mujer de origen sudamericano con la que tenía una hija, de la que cuidaban los abuelos paternos. Doccas no llegó a denunciarle, aunque sí dio el paso de llamar a la Policía Municipal de Santurtzi. Lo hizo unos meses antes del crimen. «Me empuja y me agarra por el cuello», reveló la mujer al agente que la cogió el teléfono. Quería divorciarse, pero tristemente no llegó a dar el paso y eso le costó la vida.

El juicio se celebró dos años después. Iván P. fue condenado a catorce años y siete meses de cárcel como autor de un delito de homicidio con el agravante de parentesco. Los jueces no le perdonaron que lo hiciera delante de su hija de tres años, para la que fijaron una indemnización de 211.000 euros por «daños morales y lesiones psíquicas». Pese a su corta edad, la pequeña, que quedó en manos de los servicios sociales, «presentaba signos y síntomas compatibles con un trastorno de estrés postraumático».

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