El conductor drogado de la hormigonera asesina de la A-8
La memoria negra ·
Un chófer, que dio positivo en cinco drogas, hizo volar el camión que conducía sobre el carril contrario y aplastó el coche de un empleado de banca, que murió en el acto, en enero de 2008
Antonio García Cuevas, empleado de la Caja Laboral de Trapagaran, de 44 años, casado y padre de dos niños de 3 y 6 años, regresaba a su casa después del trabajo como cada día por la autopista A-8. Eran aproximadamente las cuatro menos cuarto de la tarde del 7 de enero de 2008. Acaba de comenzar el año, pero el destino le jugó una mala pasada. Conducía su 'Daewoo Nexia' por la recta del Max Center a unos 80 kilómetros por hora, la velocidad máxima del tramo vigilado por radares, cuando se cruzó en su camino una hormigonera asesina. Su chófer, J.O.C., de 35 años, circulaba «con una intoxicación severa de opiáceos», según explicó después el jefe de Tráfico de la Ertzaintza. Tras el accidente, dio positivo en cinco tipos distintos de drogas en el análisis de sangre que le efectuaron en el hospital. Según alegó, se había dado un «homenaje» en Nochevieja, aunque habían pasado ya varios días desde entonces.
Aún tenía en su cuerpo presencia de cocaína, 'cannabis', tranquilizantes, metadona y opiáceos. Sólo le faltaban las anfetaminas y el éxtasis de todas las sustancias que contemplan estos test. Extoxicómano, llevaba en la riñonera dosis de metadona de las que se suelen tomar los consumidores para deshabituarse de la adicción a la heroína. En uno de sus intentos por alejarse de las drogas, su familia le había comprado una hormigonera pensando que sería la solución a sus problemas y que eso le ayudaría a reconducir su vida. Se equivocaron.
«Dando bandazos»
El siniestro se produjo en un tramo de autopista por el que en aquel año 2008 transitaban entre 120.000 y 140.000 vehículos, muchos de ellos pesados. El responsable de Tráfico de la Policía autonómica advirtió de que «podía haber sido una catástrofe, podía haber alcanzado a diez o quince coches». Así, momentos antes del choque, el 112 bullía de numerosas llamadas de conductores que alertaban de que una hormigonera avanzaba «dando bandazos». «Iba de lado a lado, como en una película y reteniendo el tráfico. Los coches que le seguían tenían que frenar», explicaba el jefe de Tráfico tras visualizar las imágenes grabadas por las cámaras instaladas en la autopista. Parecía como si la mediana «tuviera un imán» para el transporte pesado, que «llegó a levantar las ruedas de un lado».
La 'Mercedes Benz', que llevaba la tolva cargada de cemento recién mezclado en dirección a Santurtzi para las obras de la Supersur, fue rozando con la valla de la mediana hasta que la rueda se encajó en el canal de aguas y terminó volcando. Hubo muchos testigos. «Venía arrastrándose contra la mediana unos 30 o 40 metros, pero cuando yo pensaba que iba a frenar, de repente, ha salido volando como un twister, catapultado hacia el otro sentido. Y ha caído sobre el coche como si fuera un sandwich», describía a pie de autopista Sergio, de 28 años, que conducía una furgoneta de una empresa de telecomunicaciones contra la que colisionó el turismo de la víctima tras ser aplastado por la hormigonera.
Antonio murió en el acto y los Bomberos tuvieron que extraer su cadáver de entre los hierros. El camionero fue trasladado al hospital de Cruces. La Ertzaintza le acusó de un homicidio imprudente, con el agravante de temeridad manifiesta, castigado con varios años de cárcel, privación del permiso de conducir y, al tratarse de un profesional del transporte, inhabilitación para ejercer su trabajo. El siniestro generó un monumental atasco que paralizó la actividad del Gran Bilbao durante aquella tarde.
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