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Irene Madrera
Bilbao
Martes, 21 de marzo 2023
Han sido treinta los estudiantes que han sacado la máxima nota en sus carreras y másteres de ingeniería. Años de sacrificios, estudio intenso y noches sin dormir les han valido la pena para ser reconocidos con este honor, sobre todo en una de las carreras ... que más fama de difícil tiene. Hoy se han graduado 925 universitarios en un acto en el Palacio Euskalduna.
En el evento se hizo especial mención a los mejores expedientes del curso 2021/2022, quienes obtuvieron una media de diez. Dos de ellos repasan con EL CORREO su experiencia y sus planes de futuro, aunque bien es cierto que aún son muy jóvenes y afirman que «lo que hoy pensamos o prevemos puede cambiar».
La getxotarra Mónica Barturen ha sacado el grado de Ingeniería Náutica con notas sobresalientes. La joven, de 22 años, ha pasado los últimos cuatro años de su vida dedicada a aprender de navegación e hincar bien los codos, aunque es modesta: «Mi grado no es de los más difíciles, no es tanto de números, lo importante es tener afición». Aún así, para ser una de las alumnas destacadas hay que echarle tiempo y esfuerzo. «Siempre fui buena estudiante, pero la clave es la organización. Se puede tener vida social y sacar buenas notas».
Además, para ella el confinamiento en la pandemia fue clave. «Algunos de mis compañeros se lo tomaron de vacaciones y no estudiaron, pero yo sí quise aprovechar el tiempo». Los buenos hábitos también han tenido parte importante en su educación: «Es cierto que yo ya tenía costumbre de trabajar porque en mi colegio me enseñaron a estudiar mucho, fue duro».
Cuando piensa en su futuro, Barturen siente un poco de «vértigo» porque para ella «es pronto para hacer predicciones», pero de momento sigue centrada en su educación. Está complementando su grado con un máster de Náutica y Transporte Marítimo que cursa actualmente. «Después de este curso iré a navegar unos cuantos meses, pero será duro porque me gusta mucho la fiesta», comentó entre risas.
Lander Fraile, de 24 años y nacido en Portugalete, tiene claro que lo suyo es la ingeniería, ya desde pequeño soñaba con dedicarse a este oficio y especializarse en aeronáutica. «No me imagino haciendo otra cosa que no sea esto. Es cierto que es una carrera dura, pero me ha dado muchas alegrías». Aún así, explica que el salto del bachillerato a la carrera fue un impacto y «costó más pero partía con ventaja porque tenía las cosas claras».
Para Fraile, la clave ha sido encontrar el equilibrio. «Es posible sacar buenas notas y no renunciar a una vida social satisfactoria. Lo importante es tener cabeza y saber dónde estás y cuándo te toca estudiar o divertirte», cuenta decidido. Han sido unos años difíciles en los que ha tenido que estar muy centrado, pero está visto que ha conseguido su objetivo y con un gran reconocimiento.
Actualmente, Fraile está trabajando. Tras las prácticas a las que accedió gracias al máster la empresa decidió seguir contando con él para otro año más. «Estoy muy contento, ya tenía ganas de meterme en el mundo laboral y no me ha decepcionado», manifiesta. Dentro de unos años espera seguir trabajando y formándose a la vez porque «lo importante es estar actualizado». Eso sí, aún no sabe en qué acabará especializado.
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