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«La terminal tiene unas vistas increíbles y unas cristaleras inmensas, pero ninguna se puede abrir. Los empleados estamos aquí dentro encerrados, sin tener la posibilidad de empujar una triste ventana para ventilar y respirar aire puro». Este trabajador lleva en el aeropuerto diseñado ... por Santiago Calatrava desde mucho antes de su construcción, en noviembre de 2000. Está cerca de jubilarse y se va a marchar a su casa «con la pena» de ver cómo el edificio «se muere y es revivido 'in extremis', una y otra vez, con alguna obra de última hora», lamenta.
La primera 'resucitación' supuso un desembolso de 30 millones de euros para cerrar la zona de Llegadas y mejorar la accesibilidad de 'La Paloma'. Apenas una década después de su inauguración, se abrieron ascensores, se eliminaron barreras arquitectónicas y se cubrió la conocida como 'galería de la pulmonía', el lugar donde los familiares de los viajeros aguardaban a la intemperie su llegada. Posteriormente se gastaron 5 millones de euros adicionales en impermeabilizar la cubierta, unos trabajos que se realizaron en varias fases y que concluyeron este otoño después de años de quejas por goteras y filtraciones. Ahora, el siguiente proyecto destinado a paliar las deficiencias del inmueble del arquitecto valenciano tiene como objetivo cambiar parte del sistema de climatización del bloque.
Se han invertido ya 250.000 euros y se van a destinar 300.000 más a atajar un problema que trae de cabeza a la plantilla: las quejas por la mala calidad del aire, que presenta una humedad relativa muy baja, genera descargas electrostáticas y se ha relacionado con dos casos de lipoatrofia semicircular que han afectado a empleados del área de operaciones. La incidencia de esta dolencia fue certificada por Osalan en 2013. Estas personas han perdido tejido adiposo en sus muslos por una alteración de las células provocada seguramente por el tipo de ventilación existente y la fuerte carga eléctrica del inmueble, según fuentes sindicales.
36 millones de euros aproximadamente, se han gastado en los últimos años en subsanar deficiencias detectadas en 'La Paloma': cierre de Llegadas, retirada de barreras arquitectónicas o filtraciones.
Las últimas goteras El arreglo de la cubierta costó varios años y 5 millones de euros. Las humedades parecen haberse erradicado. Sólo queda un sitio con goteras. Se trata de la zona donde se limpian los coches de alquiler, dentro del parking.
Estas mismas fuentes no dudan en achacar el problema al diseño de Calatrava. «Llevamos 18 años luchando con denuncias ante Inspección. Es verdad que se están haciendo cosas, pero este es un edificio enfermo o, directamente, muerto», sostienen. La mejora ejecutada en el área de operaciones entró en servicio este verano. Además de abrir dos nuevas ventanas, se habilitó otro tubo de ventilación, se instaló un humidificador y se aumentó la capacidad de enfriamiento de las máquinas. El resultado parece que ha satisfecho a los trabajadores: «Estamos mejor».
La siguiente reforma que ahora se avecina, y que la dirección desliga de los casos de lipoatrofia, consistirá en la colocación de humectadoras en las máquinas de aire acondicionado de toda la terminal, tanto en la zona pública (facturación, embarques...) como en espacios en los que trabajan los operarios. «Se trata de mejorar de forma global la climatización, y no tiene nada que ver con los casos de lipoatrofia», insisten las mismas fuentes.
El pliego de condiciones del contrato deja claro que «los estudios de calidad de aire realizados marcan como uno de los puntos más críticos la existencia de zonas donde no hay posibilidad de controlar los niveles de humedad relativa, siendo excesivamente bajos. Es por esto que se considera necesaria la ejecución de una serie de actuaciones en la instalación actual de climatización, para mejorar las condiciones de humedad, ya que el ambiente interior es muy seco, por debajo del 40%», se asegura. El plan también persigue «anular las descargas electrostáticas producidas en personas, de las que hay constancia por quejas recibidas, y que se consideran que están originadas por el rozamiento de circulaciones de aire en materiales plásticos, y por esa falta de humedad».
El equipo del arquitecto de 'La Paloma', Santiago Calatrava, asegura que «desde la inauguración de la nueva terminal hasta la fecha nuestro estudio no ha tenido noticia de ningún tipo de incomodidad por parte de los trabajadores en lo relativo al uso del edificio». En este sentido, destaca que las distrofias semicirculares diagnosticadas en el área de operaciones «suelen tener causas más relacionadas con el mobiliario de oficina o con las instalaciones eléctricas y de climatización (disciplinas que quedaron fuera de las tareas encargadas a nuestra oficina) que con el propio diseño arquitectónico».
El estudio de Calatrava no se considera responsable de la baja humedad del aire y se muestra abierto «a colaborar en cualquier tipo de mejoras, que son muy corrientes en cualquier aeropuerto tras 18 años de funcionamiento».
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