Medio millar de personas rinden homenaje en Sestao al joven fallecido en Igorre

Los tres crecieron juntos y siempre fueron compañeros de aventuras. Aparcaron el vehículo donde Borja habría podido dejarlo cualquier sábado –le encantaba enseñar su coche, siempre brillante–, en medio de un estruendo de aplausos. Sus amigos colmaron la carrocería de flores y cubrieron las matrículas con placas en recuerdo al joven. Fueron depositando en ella otros detalles, como una pegatina y fotografías. La multitud rodeó el 'BMW' y volvió a sonar otra tormenta de aplausos que hizo saltar las lágrimas a muchos de sus amigos. Cundía la rabia y la pena. Después, un conmovedor silencio se abrió paso durante varios minutos. Su coche, al que llamaba «la cerecita átomica» y su perro Duque eran sus grandes pasiones. «Sus niños». «Era una persona maravillosa, siempre dejaba lo que estuviera haciendo para ayudar a los demás», explicó Haizea, que repartió pegatinas que recordaban a su amigo. Se agotaron en tan solo un minuto.

Sus padres, su hermana y su prima también asistieron al homenaje, además de su novia, Andrea. Todos se mostraron muy emocionados por la multitud que la despedida de Borja logró congregar. Nadie más lo hubiera conseguido. «Ha sido un bombazo. No se lo hubiera esperado», dijo su amiga. «Es que no tenía enemigos. Se hacía querer por todo el mundo. Era todo corazón. Nadie escuchó nunca una mala palabra sobre él», expuso Janibel Díaz, otra amiga aficionada del motor que compite en rallies. Además de un apasionado de este mundo, – formaba parte de Zamudio Racing Elkartea desde hace varios años– era un gran deportista. Practicaba esquí, ciclismo y era también una persona muy familiar. Sus parientes y amigos solían compartir excursiones y casas rurales para verle competir como copiloto en los rallies junto a su inseparable Antxon. «Todo lo que tenía de grande lo tenía de buena persona. Siempre ha sido como un hermano para nosotros. Y Antxon lo hacía todo por Borja, por verle feliz», decía Haizea.

«Era mi hermano, le conozco de siempre, de la cuadrilla. Nuestros amigos se iban de fiesta y nosotros siempre con los coches», recordó Antxon muy emocionado. Ibai Márquez, otro de sus amigos, tuvo la suerte de pasar con él todo el pasado domingo. «Fuimos a lavar los coches, a comer juntos y a dar una vuelta por Oriñón». Él también fue uno de los organizadores del homenaje, porque «su sueño hubiera sido estar aquí hoy, como otros sábados. Nos hemos juntado, es lo que siempre hacía y lo que le gustaba».

Sus amigos están dispuestos a seguir recordándole. «Todo lo que quería hacer, se hará». El día anterior, el viernes, llevaron su coche también al exterior de la Iglesia donde se ofició su funeral. «No cabía la gente». Después, acudieron al tramo de la carretera en el que ocurrió el accidente y llenaron la zona de flores de familiares, amigos y compañeros de trabajo. «Lucharemos para que estés donde estés, estés orgulloso de nosotros y para cumplir todos tus sueños», prometió su amiga Haizea.

Entre ellos, competir en la modalidad de drift, terminar de preparar su coche o correr el Rally Festival Trasmiera, para el que había sido seleccionado este año junto a Antxon, aunque son momentos muy delicados. «Que se vaya una persona tan joven te cambia por completo la vida, incluso te llegas a pensar qué sentido tiene. Pero siempre me acordaré de él y competiré por él. Era una persona muy especial, muy bondadosa. Y espero que el homenaje le haya gustado», dijo Janibel. Al menos en su corazón, su huella será imborrable.