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El movimiento 'maker' celebra su convención europea en Bilbao. En la antigua fábrica de galletas Artiach de la isla de Zorrozaurre, donde desde la tarde de ayer y hasta las 15.00 horas de este domingo se dan cita medio centenar de proyectos creativos locales e internacionales y más de cien actividades. Talleres, conferencias de tecnólogos muy reconocidos... Es el festival de tendencias tecnológicas más importante del mundo, según sus organizadores. Un escaparate de todo lo que es capaz de hacer la gente de aquí, y la de fuera, con cortadoras láser, impresoras 3D, fresadoras... Una colección de ingenios de artistas y de los «manitas» de toda la vida en su versión moderna, y que, en muchos casos, todavía no ha salido al mercado. «Esto es una ventana al futuro que permite socializar el trabajo en los fab labs – espacios donde estos creadores colaboran juntos, laboratorios de proyectos– . Además, también pone en contacto a los inventores locales con otros», expone el director del Espacio Open y organizador del encuentro, Karim Asri.
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Este año tienen un protagonismo especial las iniciativas relacionadas con el medio ambiente, la salud y la accesibilidad. Por ejemplo, ha venido John Lejeune, el presidente de My Human Kit, una asociación francesa sin ánimo de lucro que ya ha enseñado a miles de personas a fabricarse sillas de ruedas personalizadas y hasta sus propias prótesis de piernas y brazos con impresoras 3D. Lejeune expone un prototipo de silla de ruedas para volar en parapente, una impresora en braille... Las que están en el mercado valen unos 5.000 euros y necesitan un papel especial, mientras que la suya cuesta apenas 200 e imprime en cualquier hoja. La asociación no vende sus prototipos, enseña a construirlos a personas con diversidad funcional.
«Les ayudamos a fabricarse lo que ellos quieran para que solucione sus necesidades. Reciben un montón de formación en 3D y en nuevas tecnologías que después les permiten encontrar un trabajo. Su currículum se revaloriza», explica.
Francesa Poli y Daniél Sánchez, de la Universidad Politécnica de Milán, exhiben un sujetador contra el cáncer de mama, porque facilita el autodiagnóstico. El diseño no está registrado, así que cualquiera puede descargárselo y fabricarse un modelo igual con la cortadora láser. «Es de una sola pieza. Solo hay dos tallas que se ajustan a las diferentes formas y tamaños de senos. Tienen agujeros, cortes, que enseñan a las mujeres a realizarse el autoexamen para detectarse cualquier anomalía, tocándose de arriba a abajo, de centro hacia los extremos... », explica Sánchez.
Los vecinos con problemas de espalda también pueden encontrar cosas útiles en Zorrozaurre. El estudio de diseño de Andrea Petit y Alexis Muller, que se formaron en París y han hecho de Bilbao su casa, exponen cápsulas para oficinas modulares capaces de retener el calor y mobiliario ergonómico cortado con láser, fabricado con la ayuda de una osteópata. «El taburete contiene una bola que no deja de moverse hasta que la columna encuentra la posición adecuada», explica Petit, cuya vocación es crear lugares de trabajo cómodos y saludables.
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Impresoras 3D gigantes capaces de realizar obras de arte también tienen espacio en la feria. La iniciativa, originaria de León, ha recibido el apoyo económico de la Unión Europea. Japi Contonente es su impulsor. Primero ha tenido que desarrollar un intrusor – una especie de inyector– de mayor capacidad que los convencionales, de 15 litros, y una máquina de gran tamaño capaz de hacer jarrones de arcilla de gran calidad y hasta 90 centímetros de altura en una hora y media con la ayuda del alfarero Alfonso Montiel, que lleva 40 años en el oficio. «Venimos del mundo del diseño y hemos estado dos años con esto. En cuanto a salidas, pues se puede desde vender la máquina o el producto, aunque lo realmente interesante son los talleres para enseñar esta tecnología», que ya ha despertado la curiosidad de una universidad internacional de cerámica.
La asociación Biook, (Biology by and for the people) de reciente creación en Bilbao, expone en Zorrozaurre un dispositivo similar a una diadema que mide la actividad neuronal y la reacción a los estímulos, que pueden seguirse a través del móvil. Ivan Larrauri y su compañero Ricardo Mutuberria, ambos biológos, también preparan unas jornadas de ciencia participativa. «Queremos que la gente haga ciencia. Y crear el primer laboratorio comunitario de ciencia interdisciplinar, para que toda aquella gente con talento que quiera desarrollarlo. Existe en la mayoría de las ciudades, pero en Bilbao todavía no», asegura Mutubarria. Las aplicaciones de la biotecnología, defienden, son infinitas. Se pueden crear huesos, cartílagos, tejido ecológico, insulina para países en el tercer mundo, alimentos...
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Alumnos del centro de FP Don Bosco de Rentería también tienen su sitio en este congreso de inventores. Han expuesto una suerte de fogón, con sensores de temperatura y unos elementos que «menean» la cazuela. «Puedes regular el tiempo que quieres cocinar, o meter una receta con un código QR y despreocuparte y hacer otras cosas», explica Oroitz Gómez, de primer curso de mantenimiento electrónico. Los alumnos de la escuela de ingeniería de la capital vizcaína de la asociación Bilbao Dynamics exhiben robots con los que dan clases a niños de «programación y robótica, por lo que tienen todos los componentes necesarios para que puedan iniciarse». Todas las piezas están fabricadas con sus propias impresoras 3D, según Ismael Estalayo, uno de sus miembros. La feria, en la que dan conferencias algunos de los creadores más importantes del mundo, cerrará mañana a las 15.00 horas.
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