Mazazo al plan para abrir un túnel de viento en el viejo dique del Euskalduna

Sus promotores, entre ellos hay un empresario ruso, llevan cinco años intentando sacar adelante este innovador centro de ocio. Después de obtener el permiso del Ministerio de Medio Ambiente y Transición Ecológica, el siguiente paso era lograr el visto bueno del Ayuntamiento. Para ello necesitaban completar una modificación del estatus urbanístico de Abandoibarra, con el objetivo de dar cabida a un edificio flotante frente al Museo Marítimo. Pero todo apunta a que el Consistorio no apoyará esta iniciativa, después de escuchar la resolución de la Comisión de Patrimonio. La decisión definitiva aún no se ha adoptado, insisten fuentes municipales. Sin embargo, las mismas fuentes afirman que se tendrá «muy en cuenta» el dictamen negativo de Patrimonio.

El rechazo en este foro, en el que toma parte personal del área de Urbanismo de la propia Administración local, así como varios profesionales independientes designados por el Colegio de Arquitectos, fue adoptado por unanimidad de todos sus miembros, en una reunión celebrada el pasado día 17, según ha podido saber EL CORREO.

El órgano consultivo analizó un informe de la consejería de Cultura del Gobierno vasco en el que se alerta de una posible destrucción de los diques del Euskalduna,una vieja y singular estructura industrial sobre la que hay «una propuesta para ser declarada conjunto monumental con la máxima calificación», al tiempo que recuerdan que el propio Ayuntamiento, en su planeamiento, protege estos muelles secos.

En el último año y medio, los promotores han realizado diversas obras para colocar una estructura que permita dar soporte al centro de ocio. Unos trabajos que estaban amparados por el Ministerio de Medio Ambiente. Sin embargo, ahora para seguir adelante era necesario el permiso municipal.

La resolución del Ejecutivo autonómico destaca que «el proyecto adolece de los estudios previos necesarios para garantizar la preservación de los valores patrimoniales del entorno». Cuestiona que el edificio con forma de barco tenga encaje histórico o arquitectónico en el dique: «No constituye un uso vinculado indefectiblemente al lugar ni a la actividad histórica». Más bien critica sus dimensiones (43 metros de alto y 76 de largo) y lo califica de «artefacto». También duda de su carácter flotante, una condición que Medio Ambiente había impuesto para dar su visto bueno. «El impacto que sobre la imagen del paisaje urbano de los muelles supone la edificación del volumen descrito es evidente y, en ningún caso, minimizable por la utilización en la envolvente de materiales supuestamente evocativos del pasado industrial como el acero-cortén», concluye.

Cultura también alerta de que el plan prevé utilizar elementos artificiales para cerrar el dique y permitir su vaciado. En este sentido, llama la atención sobre el abandono de las puertas originales (conocidas como caissones). Ahora habrá que ver cómo reaccionan los promotores, que podrían plantear una batalla legal para intentar sacar adelante su plan.