El empresario Moulay Driss, en el centro, conversa con dos compatriotas marroquíes en Bilbao. luis ángel gómez

Marroquíes en Bizkaia: «En diez años se verá normal que nuestros hijos sean concejales y policías»

El colectivo extranjero más numeroso de Bizkaia se siente integrado y mejora su imagen pese a que aún es víctima de los prejuicios habituales

Domingo, 18 de diciembre 2022

Preparando este reportaje nos hemos encontrado con gente que acusa a los medios de comunicación de estigmatizar a los marroquíes, y en una proporción similar también con gente que tilda a esos mismos medios de buenistas y manipuladores por ocultar realidades feas que perjudican la ... imagen del colectivo. Se demuestran dos cosas: que en estos tiempos hay cierta propensión a buscar culpables, hasta enemigos; y que no se puede hablar de nuestros vecinos del sur sin acabar siempre revolviendo en lo mismo.

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Pues ahora hay una oportunidad de ampliar el foco. Con la gesta de la selección africana en el Mundial de Qatar cientos de marroquíes han salido a las calles de Bizkaia para festejar sus éxitos deportivos. Se ve que es una comunidad diversa, como todas. Y extensa. En Bizkaia es el colectivo extranjero más numeroso, con 11.947 individuos empadronados a 1 de enero de 2022, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). En realidad, hay más colombianos, pero muchos están nacionalizados -los hispanoamericanos tienen más facilidades en este sentido-, así que no cuentan como extranjeros.

En cualquier caso, la comunidad marroquí ha tenido un crecimiento en la última década «bastante estable», con aumentos sostenidos de entre quinientas y mil personas cada ejercicio, apunta Oier Ochoa de Aspuru, sociólogo e investigador de Ikuspegi, el Observatorio Vasco de la Inmigración. Desde 2008 casi se han triplicado los marroquíes en Bizkaia, y desde 1998 se han multiplicado por veinte (había entonces 655).

No puede decirse que haya guetos porque estos vecinos se han instalado de manera bastante homogénea por el territorio y a estas alturas 93 de los 113 municipios vizcaínos cuentan con población marroquí, según datos del INE de 2021. La tercera parte vive en Bilbao, lo cual es lógico porque la capital también tiene esa proporción de la población total.

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¿En qué trabajan? Según los datos de la Encuesta de Población Inmigrante Extranjera (EPIE) explotados por Ikuspegi, el 64,1% está en el sector servicios, sobre todo en hostelería; el 22,6% en la industria y el 11,6% en la construcción. Algunos de los primeros que llegaron a Bizkaia (sobre todo a Ermua) ya son abuelos, pero la inmensa mayoría, el 90%, están en edad activa; y el 70,1% tiene entre 16 y 44 años. Muchos han formado una familia en el territorio y más de 7.000 niños y jóvenes ya son la segunda generación (y tienen mayoritariamente la nacionalidad española).

El avance en el mundo laboral ha contribuido de manera decisiva a su integración en Bizkaia. «La autopercepción del colectivo magrebí (más amplio que el estrictamente marroquí) es que están muy integrados», explica Ochoa de Aspuru. El 79,3% lo cree así; y un 18,4% tiene un «sentimiento de integración media».

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Doble lectura

Pero se da una situación algo contradictoria y compleja porque, pese a todo eso, son los extranjeros que caen peor a la población local. El grado de simpatía hacia los magrebíes (se incluye a otros países de la zona) es de un 5,7 sobre 10, según el barómetro de Ikuspegi de este año. Son los únicos foráneos que bajan del 6.

Lo bueno es que la puntuación no ha dejado de subir en los últimos años y ya se ha quedado muy atrás el ominoso 3,8 de 2015. «A medida que la población se va integrando nos vamos conociendo y crece la simpatía», razona el sociólogo. Lo malo, que sigue habiendo serios y previsibles prejuicios. En el análisis de Ikuspegi se habla de unos orígenes «muy alejados culturalmente de nuestra sociedad y con universos simbólicos (lengua, religión, etcétera) muy dispares y distantes». Ochoa de Aspuru también menciona lo evidente y más delicado, que hay «casos marginales que afectan al conjunto del colectivo».

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«Pregunten a los empresarios cómo trabajan los marroquíes, hagan el esfuerzo de conocer a sus vecinos»

Moulay Driss Sadiki Amraoui, presidente de la asociación marroquí Al Manar, no esquiva el tema. «Hay que ser realistas», asume. «La mayoría de la gente es trabajadora y está integrada, pero hay un grupo de jóvenes, algunos menores, que causan problemas y provocan una alarma que salpica a toda la comunidad». El problema, claro, es la pobreza: «En Bilbao hay 800 personas durmiendo en la calle». ¿La receta contra los prejuicios? «Que pregunten a los empresarios cómo funcionan los marroquíes, cómo trabajan, que la gente de aquí haga el esfuerzo por conocer a sus vecinos». Apunta, por ejemplo, que se trata del colectivo extranjero «con más altas en la Seguridad Social». Según datos oficiales, en Euskadi había el mes pasado 6.981 cotizantes de este país africano.

Pocos perdidos

Es cuestión de tiempo que las cosas vayan reconduciéndose hacia direcciones lógicas y de convivencia sensata. «En Alemania no es extraño ver a alcaldes y policías de origen marroquí», apunta Noureddine Ofakir, educador social en un centro de menores de la Diputación. «Aquí, ahora, se ha avanzado mucho. Cuando yo llegué en 2008 a Barakaldo no había ninguna familia de nuestro origen. Y en diez años se verá normal que los hijos de marroquíes sean concejales y ertzainas». Ya hay algún caso, pero aún exótico y claramente minoritario.

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Este avance tiene que ver también con «el perfil de los chavales que llegan, y que cambia cada dos años». Según su experiencia, «los que están viniendo ahora tienen un nivel de estudios, un nivel económico y una manera de pensar muy diferente a quienes entraban en España en los bajos de los camiones». La mayoría recalan «con visado». Para una comunidad como la vasca, que ha entrado en barrena demográfica, la llegada de jóvenes es una bendición. Desde hace tiempo el Gobierno de Vitoria asume que Euskadi necesitará recibir inmigrantes tanto para mantener su tejido productivo como para hacer frente a los muchos retos que plantea una población altamente envejecida.

Siendo la juventud un bien escaso, Ofakir llama la atención sobre la necesidad de ser eficiente en su gestión. «De los cincuenta chavales que hay en el centro donde trabajo, sólo media docena están 'perdidos'; el resto quiere hacer cursos, trabajar, ganarse la vida». A veces se encuentra por la calle a jóvenes con los que trató hace un lustro «y están totalmente integrados, con empleo, bien». Pero en ocasiones cuesta avanzar en un entorno hostil, donde lograr un piso de alquiler es casi imposible y ganarse la confianza del empleador, difícil. «A menudo, cuando salen del centro al cumplir 18 años, no tienen ni dónde quedarse». Muchos se van de Euskadi, privando a la sociedad del retorno a una inversión pública intensa.

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Pone un ejemplo. Un joven que había salido hacía poco de un centro de menores acudió al curso ocupacional al que no fallaba nunca. Le sangraba una oreja que trataba de ocultar. Era porque le había mordido una rata. Entonces supieron que dormía bajo el puente del Euskalduna. «Hoy está de encargado en una empresa de Lyon. Va a menudo a Marruecos y me manda fotos con su familia», celebra.

LOS DATOS

11.947extranjeros marroquíes residen en Bizkaia (7.907 hombres y 4.040 mujeres). Aparte, hay otros más de mil que están nacionalizados españoles.

70%de la población marroquí residente en el territorio tiene entre 16 y 44 años, y el 90% del total está en edad de trabajar. El 10% son niños y jubilados.

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