![Tas invirtió tres años en la transformación del templo. A la izquierda, una imagen de las obras.](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202011/04/media/cortadas/vendo-iglesia-kiiB-U120660973889NQF-1248x1400@El%20Correo.jpg)
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Vendo la iglesia donde vivo por 1,6 millones
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La vivienda, de corte modernista, ocupa un templo de Sopuerta, levantado en 1530 y reformado hace cuatro añosTas Careaga, un joven creativo bilbaíno, ha llevado el barrio de Las Barrietas de Sopuerta a las páginas de las mejores revistas mundiales de arquitectura. El empresario de origen venezolano arrancó hace cuatro años su obra más ambiciosa: la transformación de la antigua iglesia de ... este rincón de Las Encartaciones en un caserío-estudio de lujo, que ahora vende por 1,6 millones de euros.
De la restauración de esta construcción del siglo XVI se encargó Carlos Garmendia, un amigo que dirige el estudio de arquitectura bilbaíno Garmendia-Cordero, aunque él ejerció en todo momento de «jefe de obra. Planos, pisos, escaleras... Se me fueron ocurriendo a mí sobre la marcha», incide.
La espectacular vivienda, de corte vanguardista, se publicita desde hace varias semanas en el portal inmobiliario The Singular Space, dedicado a la comercialización de activos «especiales» dirigidos a bolsillos desahogados: desde castillos y palacetes a bodegas y hoteles repartidos por toda España. «Todos son extraordinarios», subrayan Ramón Amat y Ana Vela.
A la propiedad de Careaga no le falta de nada. No en vano, 'The Magazine-Dwell', prestigiosa publicación estadounidense de diseño moderno, la incluyó entre la diez mejores propiedades restauradas del mundo en 2019. Con una superficie de 250 metros cuadrados, descansa sobre una parcela de 900 y aparece rodeada por una boscosa ladera. Cuenta con tres habitaciones e igual número de baños y, aclara la agencia, «está lista para entrar a vivir». Dispone, además, de calefacción individual y el precio de venta incluye una pequeña colección de arte y mobiliario que el propio Careaga ha amasado a lo largo de la última década.
Cuando le echó el ojo, el templo renacentista de Santa Cruz, levantado en 1530, llevaba en ruinas desde hace más de cuatro décadas. La cubierta estaba desplomada y el edificio presentaba, en general, un estado «preocupante de inestabilidad estructural». Careaga rastreó durante cientos de horas distintas plataformas digitales en busca de «un caserío, una casa-torre o algo antiguo con jardín» hasta dar con un anuncio que hablaba de «un terreno con edificación en ruinas en venta».
«Vi que era una iglesia, me pareció un poco raro y llamé. Quedamos, lo vi y me pareció acojonante», confiesa. Tuvo claro que la costosa y compleja rehabilitación pasaba por intervenir de la manera «más sensible posible» y «respetando la historia. Había toneladas de escombros y llamé a Carlos para ver hasta dónde llegaba mi locura. Me dijo que los muros llevaban 500 años en pie y que no se iban a caer».
Los trabajos, sin embargo, no fueron nada fáciles. Cuando comenzaron a alisar el suelo con una excavadora, la pala cayó sobre uno de los dos altares que había y un amigo «salió disparado como una catapulta». Pese a este contratiempo, en ningún momento se desanimó. Su propósito era reconvertir un espacio «de culto en un hogar», en el que reside desde hace más de un año, sin olvidar el pasado. Sobrias columnas y un altillo de dos pisos, que sobresale como una casa-árbol, tallado en pino sin barnizar y al que se accede por una escalera de madera, permiten aprovechar la altura del inmueble, que mantiene la estructura original.
Se han conservado los claristorios y el ábside curvilíneo. La cocina ocupa el antiguo altar y el dormitorio principal se extiende por las dependencias que albergaron el coro de esta pequeña iglesia que a finales del siglo XVIII sufrió una importante remodelación. Se aumentó su altura y añadió un campanario y un abrevadero. Los bancos donde se sentaban los fieles forman parte del comedor y amplia zona de estar desde donde se divisan unas vistas espectaculares.
Pese a tratarse de una vivienda particular, su propietario siempre ha ido un paso más allá y ha deseado abrirla al público para convertirla en una especie de showroom capaz de acoger todo tipo de eventos, gastronómicos y culturales, especialmente. Tas Careaga, que se define como diseñador gráfico, informático, fotógrafo, pintor, interiorista y skater, contrató a «un montón de gente» de Sopuerta y Arcentales para la ejecución de las obras.
Satisfecho por el resultado, ahora ha puesto la casa a la venta sin explicar las razones. En The Singular Space confían en encontrar un comprador. Saben que este tipo de construcciones no se venden «tan fácilmente», pero que siempre cuentan con un gran tirón entre un importante público, procedente del mundo «artístico y creativo». Con más de 30 años de experiencia en el mercado inmobiliario de lujo, Amat y Vela sostienen que la vivienda de Las Barrietas combina «una magnífica estética contemporánea con un impresionante entorno natural que enamora».
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