«Lo único que he hecho es sumar kilómetros. Es mucho más duro afrontar la quimioterapia»

«Todavía falta por recoger alguna hucha y hacer números, pero el reto ha salido muy bien», ha celebrado este domingo Abaurrea, sin secuelas físicas tras la gesta del día anterior. La clave para conseguirlo, ha explicado, ha sido la preparación previa. «El reto lo empecé a madurar en enero y a principios de febrero le dimos forma con ACAMBI, pero he recorrido más de 2.100 kilómetros por el monte preparándome para la prueba», señala el hombre que este sábado acumuló más de 2.570 metros de desnivel entre las seis de la mañana, cuando cruzó la línea de salida, y las 22.00 horas, cuando celebró el final de la prueba con sus vecinos.

En total, Abaurrea realizó cuatro rutas. La primera, de tres horas y media hasta el monte Ilso, en solitario. «Quería mentalizarme, poner la cabeza en orden y coger el ritmo», detalla. En la segunda tirada, hasta las cimas de Bikirrio y Idubaltza, ya estuvo acompañado por más de medio centenar de personas. El tercer circuito, al pico Rioya, fue el más duro por la temperatura, el cansancio y el propio ascenso. «Era a la hora del poteo y conmigo hubo unas nueve personas, pero luego para la última –que se desarrolló durante dos horas por el propio pueblo de Gordexola– se unió mucha gente», asegura.

Durante la jornada, Abaurrea tuvo que superar todo tipo de climas: desde el más fresco por la mañana, al bochorno del mediodía y la niebla y la humedad que le obligaron a calarse el chubasquero en su último ascenso a los montes encartados. «No me puedo quejar, el tiempo nos fue muy bien», celebra. Mientras él sumaba kilómetros, en Gordexola la solidaridad hacia ACAMBI se había convertido en una fiesta con actuaciones infantiles, batucadas, castillos hinchables y degustación de putxeras. «Se había pensado en hacer alubias para 120 personas que al final se convirtieron en 210», advierte Abaurrea.

La implicación del pueblo y las muestras de cariño que se vivieron durante todo el día «alucinaron» a las integrantes de ACAMBI. Así lo señala el protagonista de la gesta, que advierte que es algo propio de la cercanía que existe entre los habitantes de los municipios de la comarca encartada. «Aquí todos nos conocemos de toda la vida, hemos estudiado juntos y mantenemos mucho el contacto», advierte Abaurrea. Esa proximidad también ayuda en los momentos de dificultad, como los que atravesó su esposa, muy conocida por trabajar en una panadería de la zona. La cercanía se dejó notar, de forma muy clara, en el recibimiento del sábado por la noche a Javier Abaurrea tras completar su reto. «El momento de llegar a la meta lo había visualizado muchas veces, pero cuando nos estábamos acercando y vi que Protección Civil había cortado la carretera y toda la gente que había allí tuve que cambiar el guión. Fue muy emocionante», remarca.

Abaurrea subraya que «en 16 horas se te pasan muchas cosas por la cabeza». Además, durante una de las subidas empezó a sentir dolores en el cuádriceps de la pierna derecha. Con todo, no se planteó abandonar. «Yo lo único que he hecho ha sido sumar kilómetros. Es mucho más duro la quimioterapia, y por eso es tan importante la ayuda que ofrece ACAMBI en un montón de ámbitos: desde la fisioterapia a préstamo de pelucas, prótesis, apoyo familiar, atención psicológica...», enumera el hombre, que de hecho tampoco se detendrá aquí. «Ya estoy pensando en lo próximo, para el año que viene. Visto la repercusión que ha tenido esto nos embarcaremos en algo mayor, y que no será sólo a nivel de reto físico», avanza.