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HELENA RODRÍGUEZ
Miércoles, 16 de mayo 2018, 10:24
Antes, joya de la industria vasca. Ahora, vertedero de escombros. Durante años, fuente de riqueza y motor de la economía vizcaína. Hoy, agujero negro de facturas impagadas. Es la realidad que vive lo que queda de la antigua Babcock Wilcox., que asentaba sus cimientos, mayoritariamente, ... en terrenos de Trapagaran.
Convertido en un solar multipropiedad -en manos de la Sepi y de una administradora concursal- y a la espera de que lleguen tiempos mejores, la imagen que presenta, desde hace semanas, la entrada principal del antiguo recinto industrial es desoladora: montones de sacos de escombros, bolsas de basura, muebles viejos y una larga lista de inertes. Los restos se acumulan fuera de la valla de entrada y justo al lado de la carretera. Solo unos bloques de hormigón separan la vía de la improvisada escombrera.
«Antes lo tiraban dentro, pero como lo cerraron, ahora vienen y descargan aquí. Es una vergüenza, da una imagen de abandono penosa y encima va a terminar afectado a la calzada y tendremos un disgusto», lamenta Mikel García, un ciclista que circula habitualmente por la zona. «No entiendo por qué nadie hace nada», se pregunta mientras menea la cabeza. La Diputación Foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Trapagaran confirman que los terrenos, pese a quedar fuera de la valla, pertenecen a Babcock y que la responsabilidad de retirar la basura es suya. El Consistorio minero, no obstante, actuará «como ya hemos hecho otras veces», remarcan.
«Vamos a pedir a la administradora concursal que retiren los deshechos. Si en 15 días no lo hacen, lo haremos nosotros de forma subsidiaria», confirma el delegado de Obras y Servicios, Juanjo Sagredo. En otras palabras, que las arcas locales se harán cargo de los gastos de la operación, como ya han hecho en muchas ocasiones desde que se cerró la factoría en el año 2000.
La lista de actuaciones es larga. En noviembre de 2017, un cortafuegos para que los habituales incendios en los antiguos edificios fabriles no afectasen al barrio de Elguero; en primavera del mismo año, reparaciones en la iglesia propiedad 'La Balco'; el curso anterior, desmontar una pasarela que los 'amigos de los ajeno' estaban desvalijando poco a poco y que podía caerse sobre la calzada de la Bi-376; en 2014, tapiar ventanas y puertas de las antiguas oficinas generales para evitar okupas. La lista es tan abultada como las facturas que ha tenido que asumir el Ayuntamiento minero. Más de 80.000 euros que a estas alturas no saben si van a recuperar.
«Se las mandamos y no hay respuesta», resume el edil minero. De momento, el plazo para que la concursal retire la escombrera de las puertas de la vetusta zona industrial no ha concluido. Si no lo hace, una nueva factura se unirá a la retahíla de impagos. «No queremos perjudicar a nadie, pero es dinero público», puntualiza Sagredo.
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