Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Diana Martínez
Sábado, 11 de mayo 2024, 15:44
Juglares, bailarines, hechiceros, brujas, bufones, un zoco árabe... El casco histórico de Balmaseda se llenó ayer de magia y color con la celebración de la vigésimo cuarta edición de su tradicional mercado medieval, un referente a nivel nacional y que cada año atrae a cerca ... de 70.000 personas para disfrutar de un viaje al pasado, hasta el siglo XV. Las principales arterias de la villa encartada, fundada en 1199, fueron abarrotadas por miles de personas que no se quisieron perder un evento en el que toman parte 200 puestos de artesanos y mercaderes. La cita, patrocinada por EL CORREO, vivirá hoy su segunda y última jornada.
Los asistentes se asombraron ayer con las virtuosas manos del escultor Javier Díaz, un artista madrileño que talla la madera desde que tenía 10 años. A sus 68 ha recorrido todo el mundo mostrando su arte y durante este fin de semana hace lo propio en Balmaseda. Su destreza la aplica también a otros materiales, como el bronce y el hormigón armado. Con paciencia y cariño logra hacer de todo, sobre todo retratos, a golpe de mazo y cincel. «Hace 50 años me presenté a un concurso de tallas nacional.
A unos metros de allí dos jóvenes disfrutaban en un puesto de espadas. «Me encantan», señalaba Ander Arjona, de 29 años, mientras aprovechaba para sacarse fotos con su amigo, Ander Fernández, de 31, simulando que uno atacaba a otro. «La música, el ambiente y los espectáculos son lo mejor de la feria», relataron. Ambos santurtziarras llevan acudiendo «toda la vida» a este evento. «Es una pasada que el pueblo se vuelque en esto», añadían. Fernández, además de con las espadas, disfrutaba en los puestos de comida. Queso, chorizo, cecina, costillas, churros, pasteles... «Los dulces, sobre todo, son increíbles», garantizaba. Igual opinión tenía Clever Falconi, vecino de Getxo, que se acercó con toda la familia para disfrutar del día. Era su primera vez en el mercado medieval de Balmaseda y no podía estar más satisfecho. «Saber cómo se elaboraban las cosas antes, sin la tecnología actual, no tiene precio», decía mientras observaba los talleres demostrativos.
Numerosos asistentes se fijaron en profesionales como Mauro, que elaboraba ante el público con sus propias manos cinturones, carteras, llaveros y pulseras. «La gente valora mucho estos cinturones, que son de gran calidad, porque los hacemos a medida. Me gusta vender algo que la gente valora», expresaba. Una labor que realiza desde hace casi veinte años.
Al igual que ocurre con la Pasión Viviente, los vecinos de Balmaseda se volvieron a involucrar para la representación popular, en la que cerca de 400 personas vestidas para la ocasión recrearon los tiempos en los que la villa contaba con su propia aduana basándose en hechos reales.
Desde Galicia, Aida Fernández mostraba sus productos, también hechos a mano, que causaron sensación. «¡Yo tengo ese zapato en negro!», expresaba Mónica Ruiz, vecina de Zalla que nunca se pierde esta cita referente en Bizkaia. «Me encanta admirar los productos que traen los artesanos, son muy bonitos y de alta calidad», añadía. El puesto, llamado El Colibrí, es un escaparate de bandoleras, mochilas, riñoneras, calzado... «Todo hecho con piel de vaca y lana de oveja, nada sintético», recalcaba Fernández, que lleva casi veinte años trabajando en un sector «golpeado». «A veces nos sentimos maltratados, aunque no por el público. Recorremos media España y cada vez vemos menos puestos artesanos en lo s mercados. Hay que apoyarnos más para que podamos continuar nuestra labor y tener más visibilización».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.