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Diana Martínez
Portugalete
Jueves, 5 de septiembre 2024, 15:45
Historia y arte se unen en Portugalete a través de las visitas guiadas al cementerio municipal. Concretamente, a la parte burguesa de las instalaciones, donde se encuentran los mausoleos de familias adineradas o que dejaron una especial impronta en la villa. Es el cuarto, y último, recorrido que se lleva a cabo durante el último mes, y todos con gran éxito, con una media de una veintena de personas apuntadas para conocer este rincón de la localidad jarrillera. Iratxe Romeo, guía de la oficina de turismo, se ha documentado con los archivos municipales para embelesar al público con curiosos datos históricos y artísticos que se hallan en este cementerio, inaugurado en 1878, coincidiendo con el Miércoles de Ceniza.
¿Dónde se enterraban a los difuntos antes de construir este espacio? En el suelo de la basílica de Santa María. El problema era que las sepulturas «no eran profundas, por lo que el hedor era grande», explica Romeo. Hasta que en 1809 se prohibieron los enterramientos en las basílicas, por lo que buscaron otro emplazamiento. Primero en las canteras que había cerca de la basílica –hasta que el espacio se completó– y posteriormente en la actual ubicación, en un terreno alejado de la población.
Uno de los mausoleos más grandes –con doce metros de altura– e importantes –con más detalles artísticos como una cruz sobre ángeles, gárgolas y un búho, que representa que el animal protege al difunto por la noche– es el de Víctor Chávarri, que «fundó la Bizkaia que dio lugar a Altos Hornos», expresa la guía. A los 45 años se le enterró primero en un panteón distinto porque este no estaba construido hasta 1908, cuando su mujer mandó hacer un «mauselo en proporción a su importancia en el desarrollo industrial de Bizkaia».
De hecho, en otra parte del cementerio se encuentran los panteones de Braulio Chávarri, tío y albacea de Víctor, y de Félix, su hermano. Ambos con diferentes detalles. El primero presenta «cuerpos retorciéndose» y un ángel custodio en una montaña sobre la que se halla una cruz, mientras que el segundo, otro ángel, un reloj de arena alado y una corona de flores, representando «que el difunto ha subido al cielo y está en paz». A unos metros se encuentra el mausoleo de la familia Salazar, que ocupa tres parcelas. Su figura más célebre fue López García de Salazar, el primer historiador vizcaíno. Se trata de «un gran linaje» en la villa; dueños de la Torre Salazar, en pleno casco histórico, y del castillo de Muñatones, en Muskiz.
El recorrido también ha pasado por las tumbas de Manuel Calvo (benefactor de la villa) y Maestro Zubeldia (personaje importante en la localidad), así como de las familias Juaristi (burgueses que se enriquecieron con las exportaciones de hierro), Chapa (eran albaceas de Sotera de la Mier), Monleon-Vicuña (formaban parte de la burguesía) y Borreguero-Ereño, entre otras.
También destacan los mausoleos de Alberto de Palacio, arquitecto del Puente Colgante. Aunque este tiene un diseño más austero –una cruz sencilla–. Murió en 1939 en Getxo por una «depresión debido a ver su obra destruida durante las guerras carlistas. Le hicieron una gabarra para cruzar a Portugalete y ser enterrado aquí, que era su deseo», explica Romeo. En el centro del cementerio se encuentra la tumba de Juan José Conde Pelayo, apodado 'el médico de los pobres', sobre todo de los más pequeños. Un lugar que se convirtió en punto de peregrinación por el elevado número de personas que acudían a presentarle sus respetos y agradecerle su labor altruista.
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