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SERGIO LLAMAS
Lunes, 1 de noviembre 2021, 19:06
De oveja o de vaca, curados o frescos, con receta familiar o procesos más modernos, los quesos fueron este lunes motivo de encuentro y vuelta a la tradición de las ferias agrícolas en Trucíos. El 'Gazta Eguna' hizo olvidar a los asistentes el paréntesis de ... la pandemia y recuperó el bullicio de los puestos en la antigua plaza de toros del municipio.
«Ésta es nuestra primera feria desde la pandemia y venimos con muchas ganas», subrayaba este lunes uno de los premiados en el concurso, el carranzano Ángel Fernández, de Quesos Amalur. El negocio familiar, iniciado por sus padres y que fía buena parte de sus ventas a las ferias, tuvo que lidiar el pasado año con la ausencia de estas citas. «Vendimos algo en casa, pero tuvimos que ajustar la producción y vender parte de la leche», detallaba, que emplea ovejas latxas, una raza autóctona en peligro.
La tesitura fue algo diferente para Quesos Cerro, también de Carranza, que obtuvo el primer puesto en la feria. Aunque es otro negocio familiar, sólo tiene tres años de trayectoria. «Nosotros no tenemos animales. Compramos la leche a los vecinos y municipios de la zona», especificaba el hijo de la familia, David Mateos. En su caso, una fuerte presencia en las tiendas les ha permitido sortear la crisis. «Seguimos creciendo. Ahora vamos a comenzar a vender en Portugalete», apuntó.
También el jurado del concurso de quesos regresó este lunes al ruedo. Al doctor en veterinaria Pacho Dehesa y la responsable turística Leire Barreras se les sumó este año el profesor de la escuela de hostelería de Galdakao Joseba Calleja. «Estamos en la gloria por haber regresado a las ferias», afirmó Barreira. Sobre la mesa, las 12 piezas participantes en la prueba, en su mayoría procedentes de explotaciones vascas, y algunas manzana para facilitarles limpiar la boca entre una degustación y otra. La corteza, el color, los ojos y la textura fueron claves para elegir al ganador. «Aquí hay quesos extraordinarios», subrayó Dehesa.
La treintena de puestos desplegados también contó con otros productos clásicos de las ferias, como la miel de Arcentales que acercó Pedro Gallarreta. Junto a los tarros ambarinos también vendió tubos de crema para manos a base de cera de abeja. «Se nota que ahora la gente está con muchas ganas de relacionarse», señaló. Los portugalujos Mario Ortiz e Ismael Yudero fueron unos de sus clientes. «Ahora choca ver tanta gente junta», afirmaron.
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