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Laura González
Jueves, 30 de marzo 2023, 16:15
«Una joya del patrimonio cultural». Así es como define la directora de Competitividad Territorial y Turismo de la Diputación, Cristina Múgica, a la Pasión Viviente de Balmaseda, un evento único que aglutina tradición y cultura en la villa encartada, y que cada año atrae ... a unos 50.000 visitantes llegados desde distintos puntos del territorio, pero también desde comunidades cercanas e incluso del extranjero. Todo ello para poder disfrutar del mayor Vía Crucis viviente de Euskadi, en el que se vuelca todo el pueblo, convirtiendo esta representación «en algo único e irrepetible», como remarca el alcalde de la localidad, Aitor Larrinaga, en el acto de presentación que tuvo lugar este jueves en Bilbao.
Por todo ello y mucho más desde el Ayuntamiento resaltan que esta cita debería de contar ya con un reconocimiento, «y en ello estamos». Según relata el regidor a este periódico, hace tres años pusieron en marcha unos trabajos de investigación para tratar de clarificar el origen de esta tradición, cuyas primeras huellas se hunden en la Edad Media. También quieren constatar cómo ha sido su evolución a lo largo de los años, valiéndose de testimonios de los vecinos más veteranos, para elaborar un informe que refleje además de todo ello el valor social e histórico que posee. Un sustento para solicitar que la Pasión Viviente de Balmaseda se convierta en el primer «patrimonio inmaterial» de Euskadi, reconocimiento que a nivel autonómico aún no existe.
«Sabemos que el Gobierno vasco está muy comprometido por mantener las tradiciones y por darle valor a todo lo que nos hace ser pueblo, y deberían de ser reconocidas este tipo de acciones. Estaríamos muy orgullosos de ser los primeros», afirma Larrinaga, quien declara que se siguen buscando referencias antiguas a esta representación balmasedana en distintos archivos como el diocesano, pero también en el de ciudades como Burgos y Salamanca.
Una Pasión Viviente que regresará este año al municipio encartado como lo hizo el pasado, con la celebración este domingo, el Domingo de Ramos, a partir de las 8.30 horas, de una subida al monte Kolitza por parte de varios penitentes, entre ellos antiguos exrepresentantes de Jesucristo, que portando cruces rememoran la peregrinación que se hizo durante una pandemia de peste para rogar auxilio a San Roque, y que parece ser el origen de esta tradición.
El Jueves Santo tendrá lugar la procesión de los pasos, así como la representación de la última cena. Ya el viernes, en el Campo de las Monjas se podrá ver desde las 9.30 horas el juicio ante Pilatos, donde Jesucristo es condenado a muerte, antes de dar comienzo el Vía Crucis por el casco histórico de Balmaseda. Sobre un escenario tienen lugar las últimas estaciones del calvario de Cristo, el acto de mayor vistosidad y dramatismo, que termina con la crucifixión. «Todos los personajes han hecho un gran esfuerzo en los últimos siete meses de ensayos», destaca José Ángel Ramón 'Zarra', el director creativo de la Pasión Viviente.
Aitor Martínez, el encargado de representar a Jesucristo, así lo confirma. pero a la vez reconoce que vive «con mucho orgullo» el poder formar parte de esta tradición que ha vivido en familia desde niño. «Desde pequeño he tenido la ilusión de ser Jesús y esto me va a permitir vivir una experiencia única. Todo lo que estoy viviendo no lo cambio por nada». Según apunta Ángela Eguia, presidenta de Enkartur, asociación de turismo de Encartaciones, esta cita es el «mejor escaparate y la mejor oportunidad» para dar a conocer la comarca. Como el pasado año, la ocupación hotelera «ronda el 100%», y la gran mayoría de las entradas ya están vendidas, lo que demuestra una vez más que la Pasión Viviente de Balmaseda está muy viva.
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