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Final rápido y feliz para los propietarios de la casa indiana que había sido ocupada el pasado domingo en el municipio vizcaíno de Abanto-Zierbena, concretamente en el barrio de Las Carreras. Después de cinco días, y tras varias negociaciones con la Ertzaintza, que en coordinación con el juzgado tramitaba la causa como delito de allanamiento, las personas que se habían introducido sin permiso en la finca y en la vivienda decidieron salir por su propia voluntad este viernes, sobre las 20.00 horas, según ha podido saber este periódico.
Acto seguido, después de comprobar que no quedaba nadie en el interior, se procedió al cambio de la cerradura. Pese a que varios vecinos aseguraban haber visto a estos individuos, miembros de varias familias, deshacerse de varios muebles y hasta tirar libros por la ventana, una persona cercana a los propietarios ha asegurado a este periódico que «no faltaba nada importante del interior». «Alguna cosa vieja ya no está, pero poco más», afirma.
Esta casa, conocida como Villa Maitena, fue levantada en 1874. Es un edificio singular, que tiene un tratamiento especial por parte de la Diputación, como Patrimonio Histórico. En la misma finca, de varias hectáreas, también se encuentra el inmueble en el que antiguamente residía el servicio. Un complejo que, después de la muerte de uno de los hijos en 2017, se encontraba sin ser habitado de continuo, aunque todas las semanas se llevaba a cabo en él un mantenimiento para que estuviera en las mejores condiciones posibles para recibir en verano a parte de sus actuales dueños, que en su mayoría residen en Madrid.
En todo este terreno está previsto poner en marcha en los próximos meses un proyecto urbanístico para levantar una veintena de chalets, y también seis apartamentos, estos últimos en el edificio protegido, respetando su fachada y estructura.
La salida de los okupas ha dado un respiro a los vecinos de la zona, que hace unos días afirmaban a EL CORREO estar en tensión y con miedo por la presencia de estas personas junto a sus viviendas, temiendo que se produjeran más asaltos. Algunos de los residentes en este barrio de Abanto, próximo a la refinería de Petronor, estaban ya pensando en movilizarse para forzar la salida de estas personas, algo que ya ocurrió hace dos años, cuando la presión vecinal provocó la expulsión de varios individuos que se habían instalado de manera ilegal en un chalet.
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