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Los asistentes han podido utilizar réplicas de escudos y armas de la época medieval en el castillo de Muñatones. Juan Lazkano

Un museo viviente de la Edad Media en Muskiz

Cientos de personas disfrutan de la séptima edición de la Recreación Medieval en el castillo de Muñatones con réplicas de armaduras, artillería y vestimenta

Diana Martínez

Muskiz

Sábado, 9 de septiembre 2023, 16:06

¿Quién no ha soñado alguna vez con ser un caballero medieval? Colocarse la armadura, blandir una espada o una lanza a lomos de un corcel y embestir con fiereza al enemigo. Este era el mayor deseo de William Thatcher (personaje interpretado por Heath Ledger en la película 'Destino de Caballero'), pueblerino cuya meta en la vida era convertirse en caballero; un destino al que solo podían aspirar la nobleza. Lejos de rendirse, asumió el rol de Ulrich von Liechtenstein, haciéndose pasar por noble, para combatir en las justas y llegar a ser el mejor. Una aventura que durante este fin de semana cualquiera puede realizar en Muskiz. ¿Cómo? Saltando de la actualidad a la Edad Media en un solo paso.

El castillo de Muñatones se convierte en un museo viviente del siglo XI al XV con su tradicional Recreación Medieval, que celebra su séptima edición. La iniciativa, organizada por la ferrería El Pobal, en colaboración con la asociación Otsolur y otros grupos recreacionistas –en total, cuarenta miembros–, permite soñar con un apasionante pasaje de la historia donde las justas estaban a la orden del día. Al igual que el personaje William Thatcher, el pequeño Julen, de 6 años recién cumplidos, ha tenido la opción de convertirse por un momento en caballero al empuñar una espada. Un tipo de arma que «le gusta mucho y le han dejado hacerse una foto con ella. Se ha sentido como un caballero medieval», cuentan orgullosos sus padres, Ainhoa Gurea y Jon Ibáñez.

Esta familia baracaldesa se lleva a casa muchos conocimientos nuevos del medievo. «Nos han contado cómo utilizaban el arco y las flechas en aquella época, cómo hacían las herramientas... Las funciones de cada uno con explicaciones detalladas por gente muy estudiada en estos temas, que son quienes mejor te ayudan», relata Gurea. Cuestiones tan interesantes que ni siquiera pueden elegir su favorita. «Todo en general nos ha gustado mucho».

Imagen principal - Un museo viviente de la Edad Media en Muskiz
Imagen secundaria 1 - Un museo viviente de la Edad Media en Muskiz
Imagen secundaria 2 - Un museo viviente de la Edad Media en Muskiz

Esta noble iniciativa, que recibe cientos de asistentes, tiene como objetivo la divulgación de la época medieval. «Historia en vivo», asegura a este periódico Aidan Kilbride, de la asociación Otsolur que, junto a otros apasionados del pasado, ha realizado una larga investigación basada en fuentes originales y conversaciones con especialistas en la materia para lograr réplicas lo más fieles posibles. Vestimentas de lana y cuero, armaduras de acero, artillería, herramientas de cocina... Todo lo necesario para crear un campamento.

Uno de los puestos que más público atrae es el de las armaduras. El traje al completo podría llegar a pesar «entre 16 y 18 kilos», afirma Kilbride. Según explican los recreacionistas, los hombres medievales se iban comprando las partes de la armadura poco a poco debido al gran coste que suponía adquirirla al completo de una sola vez. Y el precio de las armas no se quedaba atrás tampoco. «La espada era carísima, por lo que la gente en su casa tenía mayormente hachas y lanzas».

Cirugía de batalla

En las batallas también se luchaba con flechas, puesto donde Asier Zabala, especialista en artillería medieval, comenta los pormenores de la disciplina ante las atentas miradas del público y algunas preguntas de los más pequeños, curiosos por aprender, como qué hacer «si estás en plena lucha y se te acaban las flechas». «Salir corriendo», es la respuesta que ha provocado las risas entre los oyentes, antes de continuar subrayando la posibilidad de usar el propio arco para defenderse o buscar flechas por el campo de batalla. «Hay documentación que demuestra que en ocasiones untaban la punta de la flecha en orina o heces porque una infección en aquella época hacía mucho», agrega el experto.

A Nerea Campos, que ha acudido con toda la familia –marido, hijos, tíos, sobrinos, hermanos...–, le llama la atención no solo la actividad de tiro con arco, también alguna curiosidad de los juegos de mesa antiguos. Por ejemplo, «algunos estaban tallados en piedra y ahora se pueden ver en las fachadas de algunos edificios porque la han movido de sitio», cuenta la bilbaína mientras su pequeño, Ibai, muestra interés por el puesto médico, donde Aidan explica que, antaño, la cirugía era el «último recurso». Y era bastante asidua la técnica de los tres días. Si el médico veía a simple vista que el paciente no iba a sobrevivir, no le trataba y le decía «vuelve en tres días», sabiendo que esa opción no sería viable. ¿A qué se debía? «Porque la reputación lo era todo. Si se moría, perdía reputación y con ella el dinero». Las lecciones de los recreacionistas son de lo más interesantes para el público, que no ha querido perderse esta cita con la historia. «Es una experiencia muy bonita», declaran Javi Luque y Ainhoa Larburu, que han llevado a su hijo Aimar por primera vez al Castillo de Muñatones y se han quedado impresionados por el viaje al pasado.

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