Una mujer acampa en Sestao para forzar la salida de su inquilino moroso: «Esto no va a poder conmigo»

Dentro hay un inquilino que se niega a abandonar la casa, pese a ser consciente de la situación de estas dos mujeres, y que no paga ni un solo euro desde julio por hacer uso de ella, con el contrato ya vencido. Para más inri, según le han confirmado varios vecinos, está subalquilando las otras dos habitaciones libres a otras personas. Después de haber realizado dos concentraciones delante del portal, a las que acudieron decenas de vecinos y amigos, Loli ha decidido dar un paso más y hacer visible su lucha a pie de calle y a diario.

«¿Qué necesitas?», le preguntaba uno de sus vecinos, Alfonso Hernández, poco después de tomar asiento en la acera. «Un pintxo de tortilla», contestaba ella de broma. Aunque poco después, una amiga, Cristina Fernández, apareció justo con esta petición, y un refresco para calmar la sed. Ella había llevado café, y unas agujas y lana para pasar el rato. «Le estoy haciendo un jersey a mi prima», declaraba, enseñándole cómo iba su creación a otra de sus vecinas, Iratxe Cristina.

Todos en el barrio de Rebonza están con Loli e Isabel, se solidarizan con su calvario y no entienden cómo se siguen produciendo situaciones de este estilo en todos los puntos del país. «Llama a uno de estos que desocupan», le aconsejaban algunos. Una opción que esta mujer admite que ya ha sondeado, «pero es que me puede costar unos 3.000 euros», declaraba. Más o menos esta cantidad es la que sabe que deberá salir de su bolsillo para costear los gastos del abogado que le está llevando todo el caso.

Esta situación está provocando que se agrave el deterioro de su prima Isabel, quien a sus 83 años lleva desde enero en una residencia de la localidad palentina de Carrión de los Condes. La ansiedad y los cuadros de estrés que se le solaparon a finales del pasado año por ver que no podía volver a entrar en su casa familiar terminaron por minar la salud de esta anciana. Todo ello, sumado a la situación económica de ambas -a esta mujer no le alcanza con la pensión para sufragar los gastos de sus cuidados y su prima cobra una ayuda y tiene dos hijos a su cargo, uno con una minusvalía- está haciendo mella también en Loli, que asegura estar medicada.

«Estoy desesperada y no sé qué más hacer», declara, esperando con ganas que llegue el día del juicio, el próximo 16 de mayo, confiando en que la justicia logre darle una alegría. «El 17 de julio es la fecha tope para que se vaya del piso, pero si decide que esto vaya adelante y pide un abogado de oficio podría retrasarse al menos ocho meses», cuenta angustiada, sopesando incluso iniciar una huelga de hambre dentro de unos días. Este jueves volverá a concentrarse delante del portal, a las 19.00 horas, desde donde partirá hasta el Ayuntamiento, esperando lograr un gran apoyo de los sestaoarras.

Pese a que iniciaron hace más de un año el proceso para que la vivienda se quedara vacía y poder venderla cuanto antes, Loli aún sigue un tanto incrédula por todo lo que está viviendo. «En la vida me hubiera imaginado esto. Nunca habíamos tenido problemas con nuestros inquilinos. Entraron hace ocho años y siempre pagaban, y la casa estaba limpia», relata. De los tres a los que le hicieron el contrato en su día, solo uno permanece en el domicilio. Este hombre, preguntado este lunes por la mañana por teléfono, volvía a afirmar, como ya hiciera hace unos días, que se irá «en unos dos o tres meses». «Puedo no abandonar», añadía posteriormente. La desesperación de los presentes hizo a una de las amigas de Loli escribir una nota para tratar de pasarle por debajo de la puerta y hacerle reflexionar, y lograr que esta pesadilla finalice cuanto antes para estas dos mujeres.