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leire pérez
Domingo, 8 de mayo 2022
Más de 2.500 personas participaron ayer en el Gorka Deuna, el gran encuentro anual del movimiento scout en Bizkaia, en el que rindieron homenaje a su patrón y que, tras dos años sin poder celebrarse por la pandemia, regresó a las campas de Gorostiza de Barakaldo. Una treintena de grupos de todo el territorio acudieron al municipio fabril para «reencontrarse y celebrar por todo lo alto los lazos que nos unen». Algunos, los más mayores, incluso habían hecho noche en el pulmón verde de la localidad.
Era una jornada «muy importante» para los scout vizcaínos. «Hemos estado dos años sin poder organizar ningún encuentro como éste, todos juntos. No solo se reúne la chavalería, también las familias, los monitores... Mucha gente ligada a los scout», comentó ayer María Manrique, presidenta de la Federación de grupos vizcaínos. «Tenemos implicación directa con el entorno social, con el espacio natural, con las parroquias, con muchas iniciativas y nuestro objetivo es transformar la sociedad, generar personas libres y críticas que puedan mejorar el mundo, cambiarlo para bien. Y tenemos mucha labor por delante», añadió Manrique, que forma parte de uno de los dos 'taldes' que hay en Sestao.
Después de completar una marcha por la zona durante la mañana, al mediodía convirtieron el entorno del polideportivo en su campamento base. A la una del mediodía celebraron una misa y a lo largo de toda la tarde organizaron actividades lúdicas para los más pequeños. «Nos lo pasamos muy bien, cada año se apunta más gente. Aprendemos a respetar a los demás, a hacer más amigos, a tratar mejor al resto de personas. Los fines de semana hacemos excursiones y en verano nos vamos de campamento. Te lo pasas súper bien», explicaron Elena, Naiara y Ane, estudiantes de Ikasbide e integrantes de Aterpe Berri de la parroquia del Carmen en Bilbao.
Hasta Barakaldo también se acercaron 300 monitores y centenares de padres que se sumaron al acto. Para ellos fue su primera vez al haber estado el acto suspendido por el virus durante las dos últimas ediciones. «Es otro tipo de ocio, sin teléfonos móviles ni tablets. En los campamentos aprenden a cocinar, a hacer la cama, a realizar cosas por los demás. La experiencias que viven son muy buenas, aprenden muchos valores, la pertenencia al grupo, a compartir y a valorar», comentaron Arantxa, Isabel y Patri, madres de niñas de 12 y 14 años.
A Izaskun Ramírez, otra madre vecina del barrio bilbaíno de Otxarkoaga, el recuerdo que le ha acompañado durante toda su vida como scout le ha animado a que sus hijos sigan sus mismos pasos. «Para mí fueron muy importantes las vivencias que tuve. Mi hijo mayor empezó con 10 y ahora tiene 17 y el pequeño se ha unido este año. Yo estuve ocho años y lo dejé porque me fui a estudiar fuera, me aportó amigos de toda la vida, de hecho el padrino de mi hijo pequeño fue compañero de rama. Haces otro tipo de vínculos porque convives, con tus amigos de clase no llegas a vivir tanto», comentó. A su lado, su hijo pequeño Ander Roldán, ratificaba las palabras de su madre. «Estoy muy contento, me lo paso muy bien y voy de excursiones y este pasado fin de semana hemos dormido en una casa en Eibar», contaba.
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