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sergio llamas
Zalla
Sábado, 15 de octubre 2022, 02:37
La cicatriz negra de 21 hectáreas que dejaron las llamas el pasado 20 de septiembre en Zalla, entre el barrio de Las Pedrajas y la pista de cross, ha comenzado a sanar. Algunos brotes verdes asoman entre la tierra calcinada, donde hubo argomal, robledal, otras ... especies autóctonas y eucaliptus. El ecosistema no es el único que trabaja para borrar la huella del fuego. Un equipo de guardas y técnicos de la Diputación permanece atento a la zona para devolver la riqueza al entorno, analizarlo y usar la experiencia contra futuros incendios forestales.
Apagar el fuego, aparentemente provocado, supuso cerca de diez horas de trabajo a los servicios de extinción. Dos retenes del servicio forestal, tres autobombas, tres vehículos cisterna y hasta un helicóptero de la Ertzaintza siguieron de cerca la cabeza ígnea para controlar su expansión. «Había poco viento, pero mucha pendiente que facilita su propagación hacia arriba», detalla junto al terreno el ingeniero de montes foral Aitor Omar. Él ya ha visitado la zona en varias ocasiones y volverá a recorrerla en los próximos días con un equipo de «alta fiabilidad» para analizar cómo se comportaron las llamas. «Es un ejercicio enriquecedor que se hace también en fuegos más pequeños, porque al final todos los casos empiezan en un metro cuadrado. Cuanta mayor formación e información tengamos, mejor podremos actuar», advierte el experto.
El caso de Zalla ha supuesto uno de los mayores incendios en lo que va de año, detrás del que quemó 35 hectáreas en Zeberio. La época de riesgo para la cornisa cantábrica arranca ahora. «Se secan los helechos, que proporcionan combustible fino, y hay viento sur», detalla Omar, quien cifra entre 35 y 50 los incendios forestales que se producen cada año en Bizkaia. Además de contar con un ecosistema capaz de recuperarse muy rápido, el territorio no está particularmente expuesto a estos peligros y tiene la ventaja de que las alertas llegan rápido. «Antes había torretas forestales, pero ya no tienen sentido. Aquí hay 530 habitantes por kilómetro cuadrado. La gran mayoría de los incendios los alertan al 112.», explica. Un equipo de 41 guardas forestales remata esta vigilancia con su trabajo diario.
El fuego registrado en Zalla se produjo cerca de una carretera y de unas viviendas, que por su ubicación y la rápida respuesta no llegaron a verse envueltas en riesgo. «Estamos en un contexto en el que todo indica que la vegetación se repondrá rápido», plantea el ingeniero de montes en su inspección de la zona. Omar advierte que el riesgo son los fuegos reiterados, con poco margen de tiempo en un mismo área. Eso afectaría a «la capacidad rebrotadora». En el caso de este entorno, el último episodio tuvo lugar hace 11 años.
Un guarda forestal llegado hace poco a Zalla, Mikel Carrasco, remarca que «este tipo de eventos renovadores», como también son los vendavales, las heladas o las granizadas, «ofrecen una oportunidad a otras especies que buscan su momento para brotar». «No siempre lo más óptimo es un bosque maduro», razona con optimismo, aunque recuerda que todos los incendios «siempre suponen pérdidas económicas», agravan los riesgos ante lluvias torrenciales y ponen vidas en riesgo.
Las primeras que corren peligro son las de los bomberos. «Moverse por un incendio forestal siempre es difícil, y algo que no se termina de aprender nunca. Hay que saber leer muy bien el terreno», alerta Omar. La aparición de torbellinos de fuego, el riesgo de quedar atrapados o la caída de la noche fueron algunos de los problemas en Zalla. La dirección de la extinción recae en el área de Montes, y los agentes forestales apuntan las zonas de actuación y las pistas de acceso.
En este caso las llamas también alcanzaron a un eucaliptar, del que arrasaron un 20%. «Imagino que ahora los dueños esperarán un tiempo para ver cómo responden, y si mantienen el resto o piden permiso para adelantar la tala antes de que transcurran los 14 años», le explica a Unai Huidobro, un becario del área que le acompaña estos días sobre el terreno. «Aquí se volverá a reforestar. También hay una parte de un propietario privado que puede que le ofrezca el terreno a la Diputación», añade. En cuanto a la fauna, sólo se habrían visto afectados pequeños animales, como algunos caracoles, lombrices o culebras.
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