Miles de personas asisten a la asamblea regional de los Testigos de Jehová en el BEC

Este sábado, cerca del mediodía, unas 6.000 personas llenaban el recinto, pero se esperaba alcanzar las 8.000. El momento culminante, o por lo menos el más llamativo para los visitantes ajenos a esta confesión, fue el bautismo por inmersión que recibieron 62 personas, en una pequeña piscina desmontable, celebrado con aplausos de sus hermanos y hermanas: «Entre nosotros nos llamamos así».

Congreso o asamblea, el encuentro era puramente religioso y se celebraba con el título '¡Prediquemos las buenas noticias!'. No se hablaba de temas administrativos ni cuestiones de organización. Religioso pero no ritual. Los Testigos de Jehová no cuentan con una liturgia o un ceremonial propiamente dichos. «De hecho, lo más parecido a un acto litúrgico que vas a ver entre nosotros son los bautismos, como los de hoy», aclaraban.

Las congregaciones de los Testigos de Jehová son dirigidas por los llamados ancianos, «un término extraído de la Biblia». Este sábado, en el BEC, antes de la celebración de los bautismos un anciano predicaba a los asistentes comentando varios pasajes de la Biblia –los Testigos de Jehová utilizan desde los años 50 su propia versión–. Antes de glosarlos, precisaba los versículos que iba a considerar y los asistentes –entre ellos muchísimas familias con niños– los consultaban en sus móviles o en tabletas: «Tenemos nuestra propia app para leer y estudiar la Biblia».

El grupo de quienes han recibido el bautismo este sábado estaba formado por 62 personas, hombres y mujeres de todas las edades. La más joven era una niña de 11 años, el mayor era un hombre de 82. Entre los Testigos de Jehová el bautismo se realiza por inmersión total, «del mismo modo que fue bautizado Jesús». No hay una edad o momento establecido para recibirlo. Se deja a la voluntad de cada cual, «es una confirmación de cara al público de que la persona ya se ha dedicado interiormente a Dios», explicaba Rodríguez.

Tras una oración, que todo el mundo siguió en pie, incluido el personal técnico que controlaba las pantallas y los acomodadores que orientaban a los asistentes en las gradas, el grupo que iba a ser bautizado respondió al unísono a las preguntas formuladas por otro anciano: «¿Te has arrepentido de tus pecados? ¿Te has dedicado a Jehová, has aceptado que Jesucristo es el medio que Dios ha provisto par la Salvación? ¿Comprendes que al bautizarte demuestras públicamente que eres testigo de Jehová, que desde ahora formarás parte de la organización de Dios?»

Las respuestas afirmativas fueron celebradas con aplausos. Después, el grupo se retiraba a los vestuarios para ponerse los trajes de baño con los que iban a ser bautizados. En ese momento, buena parte del público aprovechaba para almorzar.

Los bautismos en sí se realizaron con rapidez, apenas unos segundos por cada persona, que recibía la ayuda de dos asistentes para sumergirse. Cada bautismo era celebrado con aplausos. La inmersión tiene que ser total, por lo que en algún caso hubo que repetir la maniobra. No se vieron aspavientos, ni exaltaciones, más allá de algunos abrazos o saludos a familiares entre en público. «Para nosotros el bautizarte es un hecho muy importante, pero digamos que no es algo místico», consideraba Rodríguez. «Cada uno, dentro de sí, lo vive de una manera especial». Por supuesto, él recordaba el suyo: «Fue el 9 de marzo de 1991. Para mí representó que en ese momento mi vida se dedicada a Dios, a su voluntad, a su servicio».