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Diana Martínez
Abanto
Martes, 3 de diciembre 2024
Hartazgo y una total indefensión es lo que siente Sonia del Valle, una vecina de Sanfuentes, en Abanto, que lleva más de una década sufriendo ... los efectos de una rotura del colector de aguas fecales municipal que discurre bajo su terreno. La fuga y la humedad constante ha dañado sobremanera sus tierras: los árboles están podridos, el solar se ha llenado de verdín provocando patinazos y caídas, ya no se puede cultivar nada porque los productos se infectan, y el terreno está venciendo. Sonia y su mujer han perdido parte de su campa, que se ha hundido «casi dos metros», y temen que algún día el corrimiento pueda arrastrar su vivienda.
La situación comenzó hace dieciséis años, cuando la pareja percibió que «el terreno estaba húmedo». Fueron a informarse al Ayuntamiento, donde les señalaron que se podía deber a una fuga del Consorcio de Aguas. Los técnicos acudieron entonces al solar y vieron que «del colector salía una pequeña gotita. Pero esa fuga mínima no era la causa de lo que estaba pasando, me dijeron. Venía de otra tubería». Llamaron al fontanero y este, tras inspeccionar todo el solar, confirmó que la fuga importante provenía de una tubería municipal, que tiene más de 60 años.
Con el paso del tiempo, Sonia ha constatado que «cada vez pierdo más terreno». Antes de sufrir estas fugas, afirma que su campa estaba a la par que la linde del vecino, pero ahora la distancia entre ambas zonas es de al menos «metro y medio». La rotura del colector de aguas fecales ha afectado no solo a su terreno, también a su salud. Y es que en su solar había una huerta con todo tipo de cultivos. «Debido al escape, las verduras plantadas se infectaron», y tras su ingesta tanto Sonia como su pareja contrajeron una enfermedad derivada de la bacteria ecoli, que les produjo serios problemas de estómago. Fruto de aquel episodio, su mujer tuvo importantes secuelas y «ahora tiene que medicarse de por vida» para contrarrestar los efectos nocivos. «No hay derecho, ¿por qué me tengo que medicar yo por algo que has hecho tú mal?», se pregunta la vecina.
En la vivienda habita también su suegra, de 87 años, que «tiene asma y todo esto no le viene nada bien. Es mortal para ella, y a nosotras nos está minando la salud», critica. «Cuando hace calor es imposible salir a la terraza de los mosquitos que hay, el olor es inaguantable y tampoco puedes caminar por la campa porque patina mucho». Es más, aunque no llueva, «si pasas unos segundos parada, notas cómo poco a poco te vas hundiendo». La situación es tan preocupante que han tenido que gastarse 3.000 euros en mosquiteras para evitar las molestas picaduras. «Una situación insostenible», declara.
Hace seis meses, el Consistorio reconoció finalmente que la fuga proviene de un colector municipal y reparó dieciocho metros del mismo. Pero aún falta por arreglar parte de la tubería, que sigue perdiendo agua a diario. Es más, «abandonaron los escombros de la obra en mi terreno», relata la mujer mientras señala una tubería y restos de los trabajos realizados por los operarios municipales. Hastiada, Del Valle se ha presentado ante el Consistorio a denunciar esta situación «más de 70 veces en estos 16 años». Intenta solucionar el problema con diálogo y no en los tribunales, pero ya no aguanta más y lanza un ultimátum: «Si en quince días no lo reparan, llamo a un abogado y denuncio en Sanidad».
Desde el Ayuntamiento han señalado que repararán el resto de la tubería «cuando se disponga de medios». En cuanto al riesgo de desplazamiento de la vivienda, fuentes municipales señalan que las propietarias deberían construir por su cuenta un muro de contención. Ellas no están en absoluto de acuerdo con que tengan que costear esa obra, ya que el corrimiento de tierras está provocado por la rotura del colector municipal. «Y si la fuga continúa, se acabará cayendo también. Yo solo quiero que lo arreglen», apunta Del Valle.
Desde el Consistorio cuestionan que el contagio por la bacteria ecoli haya sido consecuencia de la ingesta de verduras infectadas, y apuntan a una modificación anterior de la tubería de abastecimiento de aguas que, de manera irregular, se habría desviado por la canalización de fecales, extremo este que las vecinas niegan rotundamente.
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