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miguel pérez
Martes, 5 de junio 2018, 00:17
La Margen Izquierda y la Zona Minera esperan desde hace casi cuarenta años el milagro que no llega: la salida de la crisis. Dice José Luis Alonso, en su día veterano metalúrgico, que mientras el resto de Bizkaia ha seguido hacia adelante en busca de ... desarrollo y pujanza pese a seísmos socioeconómicos como la 'burbuja inmobiliaria', «aquí no hemos levantado cabeza desde la reconversión industrial» que comenzó en los años 70 y duró toda la década siguiente. «Las empresas no han dejado de cerrar. No hay días buenos», apostilla. Y señala al alto horno número 2 de AHV. Su «casa» y el símbolo superviviente de un proceso que en sucesivas oleadas se cobró sin piedad más de 100.000 empleos.
José Luis es de Portugalete. Octogenario. Por tanto, miembro de ese 22% de mayores de 65 años que permiten calificar la comarca de envejecida. A veces se acerca a pasear hasta la Venta del Gallo, en Sestao. Quizás escuche el grito profundo del arrabio. AHV tuvo 13.000 obreros en épocas de esplendor y entre empleos directos e indirectos dio trabajo a 51.000 personas. Mientras, compañías como la Orconera, la Sociedad Francobelga de Minas de Somorrostro o la Luchana Mining alcanzaron tal envergadura que desencadenaron el último gran fenómeno interno de emigración de la España rural a la industrial a finales del siglo XIX al atraer de modo masivo a trabajadores procedentes de Álava, Navarra, Cantabria, La Rioja y Castilla y León.
Son los episodios extraordinarios que ayudaron a forjar una «mitología de la Margen Izquierda» que «puede más que su propia realidad empírica», sostiene el sociólogo Ander Gurrutxaga, baracaldés y orgulloso de aquellas madrugadas de cielos fundidos y roja oscuridad de su infancia. «También estaba la Babckok, con 5.000 empleos; Aurrera, más de 2.000; los astilleros, 6.500... Con la desindustrialización lo que se descompone es toda una estructura económica y un modelo sociocultural. Los impactos son muy significativos. Lo que sucede es que en la Margen Izquierda están durando demasiado» y con mucha menor capacidad de reciclaje que en otras áreas de Europa como Manchester o la cuenca del Ruhr.
¿Es posible hablar de un territorio abandonado a su suerte? «No exactamente. Ha habido iniciativas interesantes, pero sustituir a los grandes colosos de generación de mano de obra... El impacto socioindustrial obliga a repensar de otra manera la comarca». Coincide en esta idea Gonzalo Pellejero, socio fundador de Tech Friendly, firma tecnológica creada hace un año al abrigo del BIC, incubadora pública que aloja decenas de iniciativas de desarrollo empresarial. A su juicio, sobre el territorio aún pesa «el 'sanbenito' de su pasado», pero «nada va a ser como antes». «Seguir pensando en atraer grandes compañías no tiene mucho sentido. Sin embargo, hay talento. Muchas empresas desarrollan tecnología desde aquí. Quizá falta foco comercial para venderla. Vender todo lo cura».
Expertos como Gurrutxaga o la socióloga Sandra González, que ha radiografiado a fondo este antiguo Eldorado, abundan en la hipótesis de un problema esencialmente estructural que explicaría algunas paradojas. En general, la población vive razonablemente bien, aunque sin los beneficios que pudieran esperarse de su vecindad con la 'capital de los eventos', Bilbao, y pese a distar apenas unos kilómetros del aeropuerto de Loiu y sus registros históricos de pasajeros. Ya en 2013 (año que aún se toma como referencia en numerosos estudios), su PIB per cápita fue de 25.128 euros por habitante, similar a la media española (25.600), pero muy por debajo de los 29.130 de la provincia y de los 38.175 de la Margen Derecha. Qué lejos queda la Bizkaia de la MTV.
Luego está la cuestión de cómo en dos comarcas donde se han construido más de una veintena de polígonos industriales, se han multiplicado las iniciativas locales -solo la agencia de desarrollo Inguralde ha ayudado a fundar unas 1.600 sociedades en 25 años- y se han invertido millones de euros para mejorar el demacrado tejido empresarial, existe un paro del 17% (40% en el ámbito juvenil). Algo se ha perdido en algún punto del camino. Y no sólo eso: la tasa laboral está a más de 15 puntos del objetivo fijado por la UE para 2020 -plantea que un 75% de la población activa esté empleada-, el nivel de formación es inferior a la media vasca y la pobreza entra en el 6,5% de los hogares.
A pie de calle, abunda la idea de que las instituciones no han hecho el esfuerzo suficiente, y sobre todo coordinado, para rescatar e infundir riqueza a una comarca que «lo ha dado todo». Lo subraya Txomin Telletxea, presidente de Ezkerraldenda, federación que agrupa al comercio y la empresa urbana de la Margen Izquierda y Zona Minera, quien considera que incluso Trapagaran, Ortuella, Muskiz y Abanto «han estado siempre más aparte», y pone como ejemplo el debate sobre la ampliación del metro. «Mientras se habla de prolongarlo a Rekalde o si debía llegar o no a Galdakao, no se ha debatido llevarlo a Ortuella o Muskiz, donde hay importantes déficits en ese terreno. La Zona Minera sigue siendo la gran aislada».
Hermano del 'María Ángeles', que antes de expirar regurgitó la última colada de AHV el 2 de julio de 1996, el horno número 2 se quedó en la parte baja de Sestao como homenaje al pasado y monumento de interés turístico industrial. Es una metáfora del territorio: se hizo una inversión en dejarlo a punto y hoy la corrosión hace mella en él. «El óxido nos come a todos. Antaño, Txabarri tenía más vida que la Gran Vía de Bilbao y hoy no encuentras ni a un conocido», lamenta José Luis Alonso.
50,9% de la población de la Margen Izquierda y Zona Minera tiene al menos estudios secundarios. El porcentaje en la Margen Derecha asciende al 68,9%. El informe en manos del Parlamento vasco cree necesario impulsar la formación dual y el aprendizaje de nuevas tecnologías e idiomas.
Regeneración urbana Un problema de ambas comarcas es la antigüedad del parque de viviendas, superior a 40 años y con muchos edificios que datan de mediados del siglo pasado. El domicilio prototípico tiene 75 metros cuadrados, frente a los 86,9 del promedio vasco.
Juventud escasa La Margen Izquierda, Bilbao y la comarca guipuzcoana del Bajo Deba registran algunos de los índices más bajos de población con menos de 16 años de edad. En la Margen Izquierda, ronda el 11,08%, tres puntos por debajo de la ribera derecha.
La doctora en Sociología Sandra González, oriunda de la Margen Izquierda aunque afincada actualmente en Melbourne, afirma que la «falta de integración metropolitana y la descoordinación» son dos factores que están «dificultando la regeneración» de la cuenca. «Y añadiría: la cuestión del 'pasar página de lo industrial'». Las intervenciones en el Bilbao metropolitano de las últimas dos décadas, «probablemente con la excepción de las infraestructuras, han sido radicalmente centralistas. Estamos ante un centro metropolitano que se regenera no en relación con su periferia, sino a costa de su periferia». González critica la «urgencia por resignificar la Margen Izquierda como terciaria» y apuesta por «aprovechar el legado industrial -patrimonio, turismo- para la construcción del futuro», además de proteger la «fuerte identidad de pertenencia a la comarca» y su «tradicional tejido vecinal y asociativo».
La impresión no debe ser sólo suya. El Parlamento vasco urgió hace diez días a todas las administraciones a emprender la regeneración de los ocho municipios comprendidos en ambas comarcas -se excluye Zierbena, que juega en otra liga más próspera-, donde residen 245.000 personas. Un plan a tiempo tasado: tres meses para una intervención «de choque» y un proyecto más sólido a un año vista que rescate al territorio del catálogo de zonas «desfavorecidas» de Europa. Algo deben haber visto los parlamentarios para tanto apuro porque ya en 1997 instituciones y partidos formaron la denominada Comisión de Revitalización, que llegó a pasar un año sin reunirse ofreciendo de paso la imagen de una falta de fe apabullante. Eso sí, dio frutos como el corredor del Ballonti.
«Se ha invertido, pero cada uno por su lado, sin un objetivo común a todos los pueblos», denuncian los colectivos locales. Ander Gurrutxaga alude, por ejemplo, al Plan Urban. «Es una muestra de que se hacen cosas, pero no se recupera el tejido industrial. Nunca se ha ido más allá de construir pisos». O hipermercados. La presencia comercial compitió en su día con Alcobendas como la segunda más densa de España, pero la capacidad de las familias para el consumo «cada vez resulta más escasa». «Y el que compra un yate no hace una economía fuerte para el país, sino el que compra el pan todos los días», comenta Ana Morgado, de la Asociación de Comerciantes de Barakaldo.
«Somos positivos y queremos ser más emprendedores que nunca, pero el pequeño comercio no puede pelear con las grandes empresas, la venta online» o los problemas intrínsecos de la cuenca del Nervión: el envejecimiento -«la segunda generación de comerciantes está a punto de jubilarse y no hay reemplazo»-, y las grandes superficies. Basta un dato: Megapark recibe anualmente un volumen de visitantes nueve veces superior a la población de Euskadi. Cerca de 20 millones. «Está claro que hay que meter el bisturí porque en los pueblos cada vez se ven más persianas cerradas. Seguimos pensando que la economía va bien porque el rugby ha venido. Habría que ver qué parte de eso se queda en esta comarca», reflexiona Telletxea.
La reconversión no solo echó el candado a siderurgias, minas y talleres. También dejó en el arcén a amplias masas de población activa, no solo por las oleadas de prejubilaciones tempranas, sino porque «toda una generación de hijos de trabajadores que se estaban formando como 'pinches' o estudiando Formación Profesional de repente se quedaron sin futuro donde aplicar su conocimiento y sus años de aprendizaje -explica Ander Gurrutxaga-. El impacto sociocultural fue terrible y de eso cuesta recuperarse».
Si se cumple el guión de otros enclaves europeos sacudidos por procesos de desindustrialización, cabe pensar, en opinión del veterano sociólogo de la UPV, que la cuenca minera e industrial vizcaína, la fortaleza de los «obreros químicamente puros» donde «un fresador era una leyenda», pasará probablemente a convertirse en un «territorio inteligente» cuajado de empresas tecnológicas y de servicios. «La metáfora de la Margen Izquierda es el proyecto de Amazon de instalarse en los antiguos terrenos de Babckok: una gran maquinaria tecnológica de logística y distribución que no produce situada donde antes había una gran empresa que generaba incluso una potente industria auxiliar». Gurrutxaga vaticina que la personalidad de la comarca también se transformará. «Este tipo de empresas conllevan una lógica de individualidad y de consumo que irá sustituyendo la cultura comunitaria, solidaria y de clase obrera».
Gonzalo Pellejero, cuya 'startup' echó a andar hace un año centrada en la gestión de datos y hoy tiene diez empleados y contratos con decenas de ayuntamientos, coincide en un porvenir «basado en la tecnología» y la creatividad. No cree que se trate de «pertenecer a una margen u otra del Nervión, ni es un problema de dinero porque aquí hay ayudas de todo tipo. La cuestión es que generar empresas es duro, obliga a salir a la calle, trabajar con proveedores, la competencia y con todo el mundo y, a veces, supone darte contra la pared», advierte.
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