Una jirafa de bronce para la pequeña Khloe

Khloe recibirá una figura con la forma del animal elaborada en bronce y valorada en 1.600 euros, un galardón que otorga Vulli, el fabricante de 'Sophie la girafe' en este certamen anual. Al jurado, que también eligió el 'Bebé Shopie de oro' (Malu Alonso, de Brasil) y el 'Bebé Sophie de plata' (la francesa Victoire), le acompañó, asimismo, una votación popular de más de 200.000 'clicks'. La entrega del premio se realizará el domingo en la feria ExpoNadó en Sitges, que promueve valores de crianza respetuosa con los que la familia portugaluja se identifica.

Todo empezó en un viaje a Menorca el verano pasado «para desconectar». Sus padres, Davinia Jiménez, de 36 años, y Miguel Andrés, de 46, paseaban por el casco viejo menorquín y decidieron comprarle «un regalito por haberse portado tan bien en el avión». La dependienta les aseguró que Sophie «sería su mejor amiga para siempre». El juguete informaba en su envoltorio sobre un certamen. «Ycomo soy una animada...», recuerda la madre, divertida.

Dicho y hecho. Mientras Miguel sujetaba a la niña con los pies y agarraba una sábana blanca de fondo, en el centro, Khloe desplegaba una gran sonrisa y abrazaba a su Sophie. La respuesta fue una sorpresa. La portugaluja había sido la primera elegida de los participantes del mes de junio y pasaba a la gran final. «Le mandaron una pulsera de plata y cuando llegó la fecha se coronó como la 'Bebé Sophie de bronce'», cuentan los progenitores con orgullo. «Aunque la más bonita era Khloe», asegura su aita, embelesado.

No era la primera vez, sin embargo, que la pequeña portugaluja ganaba un concurso. «Vino con un jamón bajo el brazo», rememoran los padres saboreando aún el recuerdo. Resulta que ganó un concurso de Navidul y les regalaron cuatro kilos en sobres. «Nosotros pusimos el pan», cuenta la madre, la más contenta en aquel episodio tras nueve meses de embarazo sin probar bocado.

La pequeña le escucha atenta mientras ojea uno de sus libros favoritos. «Khloe es superamorosa, intrépida, eléctrica y muy buena niña –afirman los padres–. No llora por nada y come muy bien». Quizá ese carácter haya traspasado la imagen para ganarse al jurado. «La foto muestra su cara sonriente –observa Davinia–. Se la ve feliz y transmite esa felicidad plena, que hace falta hoy en día. Y esa sonrisa verdadera los niños son los únicos que pueden reflejarla».