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Diana Martínez
Ortuella
Jueves, 23 de mayo 2024, 15:13
«Por fin has regresado», exclamó este jueves Jaime Iñiguez, visiblemente emocionado, ante la caja que contiene los restos de su tío, Jaime Iñiguez Nieva, miliciano que con tan solo 19 años perdió la vida combatiendo en la Guerra Civil desde el batallón Perezagua. Después de que la sociedad de ciencias Aranzadi y voluntarios de la Mesa de la Memoria hallaran e identificaran a este soldado desaparecido en una fosa común de Amorebieta, su familia se ha envuelto en un mar de lágrimas, pero de alegría.
«Mucha alegría sentimos ahora», recalcó María Ángeles Martínez, cuñada del miliciano que durante años ha vivido con su suegra, Juana, quien, aunque con gran pesar por su partida, hablaba maravillas de él. «Todo lo que sabemos es por ella. Hablaba mucho de él, siempre decía que era muy bueno», recordó emocionada la mujer.
Iñiguez Nieva era el mayor de siete hermanos. Partió a la guerra con tan solo 18 años y murió un año después. «Era tan joven...», expresó Martínez. «Toda la familia sentía orgullo y tristeza a la vez. Y Juana se preguntaba mucho qué había pasado con su hijo». Jaime, sobrino del miliciano, y a quien le nombraron así en su honor, señaló que «mi abuela estaría orgullosa de que los restos de Jaime volvieran a casa. Estaría bebiendo champán y todo. Y sintiendo un gran alivio», apuntó.
La familia, junto a los también sobrinos Antonio Aira y Soraya Iñiguez, recibió ayer un homenaje en la OKE de Ortuella, pueblo natal del miliciano. En concreto, era del barrio de La Ralera. Al acto acudieron decenas de personas e instituciones como Gogora y la Mesa de Memoria. «Es un auténtico orgullo recibir los restos de Jaime junto a su familia gracias al trabajo incansable por parte de Gogora, Aranzadi y la Mesa de la Memoria. Por fin podrá descansar donde debía haber descansado desde hace 87 años», recalcó el alcalde, Saulo Nebreda.
Al acto de «reparación y justicia» también acudió Aintzane Ezenarro, directora de Gogora. «Es un placer estar aquí, culminando el círculo de la búsqueda que no siempre se puede terminar», indicó. «La paz y convivencia de hoy se construye siempre desde la memoria, cerrando los círculos. Hoy se cierra una herida que lleva abierta 87 años», agregó.
Desde la Mesa de la Memoria de Ortuella, Aiyoa Arroitia, que participó en la exhumación tanto de Jaime como de Adolfo Cengotitabengoa, de Muskiz, reiteró que aún no ha concluido la labor de recuperar a los desaparecidos y animó «a dar el ADN para identificar a los máximos posibles. Hoy es cuando vemos el resultado de nuestro arduo trabajo. Se cierra una herida, no se abre. Jaime dio la vida por la libertad y hoy por fin está en casa».
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