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En 1976 se creó la Mancomunidad de la Margen Izquierda y de la Zona Minera, presidida desde hace unos dos años por Gorka Zubiaurre, concejal en el Ayuntamiento de Barakaldo. La localidad fabril, junto a Sestao, Portugalete, Santurtzi y Trapagaran la dieron forma en ese ... primer momento, contando también en la actualidad con Ortuella y Abanto. Arrancó para gestionar de forma colectiva el vertedero que hasta 1988 existió en el Argalario. Siempre centrada en la gestión del tratamiento de los residuos, su gran objetivo actual es impulsar el uso del quinto contenedor entre los vecinos de estos siete municipios. .
– Casi medio siglo después, ¿cómo ha evolucionado la mancomunidad?
– Se creó en un primer momento para gestionar el vertedero que existía en Barakaldo, en el monte Argalario, y cuando cerró se dieron los primeros pasos para construir una incineradora comarcal, pero justo arrancó el proyecto a nivel provincial de la sociedad Zabalgarbi, de la que la mancomunidad posee el 5% de su capital social. Ya desde 2016 nuestro objetivo principal es el de reducir la cantidad de residuos de la fracción resto (la que ya no se puede ni reutilizar ni reciclar más), y para ello intentar promocionar el contenedor marrón y la recogida orgánica.
– ¿Qué tipo de residuos son los que gestionan?
– Tenemos tres líneas: los residuos urbanos (fracción resto, o contenedor gris), los voluminosos, como muebles, maderas o aparatos electrónicos; y lo orgánico. Los primeros van a Zabalgarbi, los voluminosos a la planta de Berziklatu en Ortuella, y el marrón va a Bizkaiko Konpostegia. La recogida y el traslado lo contrata cada Ayuntamiento, nosotros nos ocupamos de gestionar qué se hace con esos residuos.
– ¿Y qué se hace con ellos?
– Los voluminosos se trata de aprovechar sus componentes, para reutilizar lo que se pueda. Con lo del contenedor de marrón se hace compost, para crear fertilizante para las tierras, huertas o jardines, y la fracción resto en Zabalgarbi se aprovecha energéticamente. Se genera electricidad quemando esa basura.
– ¿Cuánto cuesta hacerse cargo de todo ello?
– A finales del pasado año aprobamos el presupuesto para 2024, que asciende a 7.454.546. La mayor parte, casi el 96%, se emplea en gestionar el tratamiento de los residuos, lo que nos cobran por depositarlo en estas tres plantas.
– Y con el resto del dinero, unos 300.000 euros, ¿piensan poner en marcha algún proyecto?
– -El proyecto estrella, enlazado con nuestro objetivo principal, es el de fomento del uso del contenedor marrón. Tenemos un proyecto en la última fase, con la implantación integral de ese quinto contenedor. Tiene dos acciones. Una es la dotación de la cerradura electrónica a los contenedores que todavía no lo tienen, que son los que se encuentran en los municipios de Barakaldo y Abanto. Y por otro lado, una campaña de información y concienciación ciudadana que ya se ha ejecutado en Ortuella, Trapagaran, Portugalete y Sestao, y que queda por hacerla en el resto.
– El contenedor marrón está en siete municipios de la comarca, ¿pero sigue siendo el gran desconocido?
– Ese es nuestro gran reto. Tiene un potencial muy grande. Los que lo utilizamos vemos que la gran mayoría de los residuos en el hogar va a ese contenedor. Una bolsa de orgánico se llena mucho antes que la de resto. En cambio, el volumen de basura recogida es muchísimo mayor en este último caso. El objetivo es aumentar la cantidad de basura orgánica y para ello son muy necesarias las campañas, para que cada vez más personas se unan. En 2022 se recogieron unas 64.000 toneladas de fracción resto y tan solo 2.500 para compost. La diferencia es abismal.
– ¿Por qué cuesta dar ese paso y separar todavía más?
– Ha sido el último contenedor que se ha puesto en marcha, el amarillo, el de vidrio y el de papel están más normalizados. Además, es algo más dificultoso porque tiene que usar bolsas de fécula de patata compostables, que las damos gratis en el Ayuntamiento, pero hay que venir hasta aquí a por ellas. Es un compuesto más trabajoso de gestionar y todo lo que sean dificultades a los ciudadanos, que somos muy cómodos, nos cuesta más.
– ¿Se han planteado para ello incentivar a quienes reciclen más?
– Cuando tengamos la tarjeta electrónica en todos los municipios no descartamos que se llegue a hacer.
– ¿Se ha valorado además mancomunar algún otro servicio?
– Se ha llegado a pensar. En 2017 se adjudicó un estudio para nuevas actividades, y durante todo el siguiente año se hizo una reflexión, pero al final no cuajó. El servicio que más se analizó fue el de ADN canino, para tener fichados a los perros por las cacas, pero se vio que salía muy caro y se descartó.
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