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david gonzález | marina león
Jueves, 11 de junio 2020, 19:23
El pasado viernes, en las inmediaciones de Uretamendi, en el distrito bilbaíno de Rekalde la presión vecinal logró desalojar a los ocupas de dos pisos en los portales 20 y 22 a los cuales se les vinculaba con los desalojos ocurridos en Repélega días antes. ... El miércoles, uno de ellos fue identificado en Vitoria tras abordar a una mujer en el cementerio de Santa Isabel, en el barrio de Zaramaga. Según relatan fuentes policiales, «le atacó con violencia propinándole puñetazos y mordiscos», posteriormente se escondió debajo de un vehículo.
Los hechos sucedían a primera hora de la mañana cuando el joven se acercó a la mujer para pedirle dinero, esta no hizo caso y continuó con su camino. Fue el momento en el que el hombre la golpeó tirándola al suelo y al darse cuenta de que no podía hacerse con el bolso de esta vecina vitoriana, «se ensañó con ella». La mujer trató de defenderse mientras el agresor le gritaba que «o le daba el bolso o acabaría en el cementerio».
Los gritos de los viandantes no amedrentaron al individuo que solo cuando escuchó las sirenas de las patrullas acercarse dejó a su víctima y se agazapó bajo un coche, hasta que los ertzainas dieron con él. La mujer tuvo que ser trasladada a un centro hospitalario con numerosas contusiones y hematomas. Principalmente en el rostro.
Horas después, el joven fue puesto a disposición del juzgado de guardia, donde se le rebajó el castigo al declararse culpable. El Juzgado de Instrucción número 2 de Vitoria le condenó a diez meses de prisión por un delito de robo con violencia en grado de tentativa. También deberá abonar 120 euros por un delito leve de lesiones e indemnizar con 400 euros a la víctima. Si en los próximos dos años no vuelve a delinquir no deberá ingresar en prisión. Al registrar sus datos, la Ertzaintza le identificó como uno de los okupas de Repélega.
El miércoles 3 de junio en Portugalete, los vecinos decidieron sacar su «rabia e indignación» a las calles e instar a las personas que vivían de manera ilegal en una casa en la calle Federico Martínez en el barrio de Repélega a que se fueran. La mecha se encendía cuando uno de los okupas de este inmueble intentó presuntamente robarle el móvil a una vecina mayor del barrio «con un tirón de bolso». Centenares de personas clamaron esa misma noche contra la situación en medio de un imponente despliegue policial y finalmente lograron echarlos. Al día siguiente los jóvenes acudían a retirar las pertenencias que les quedaban en la vivienda, en la se descubrió que permanecían otras tres personas que también fueron desalojadas. Esta movilización vecinal se trasladó en la noche del jueves a la calle Arantza donde consiguieron liberar otra vivienda ocupada, a escasos metros de la del día anterior. Esta vez los antidisturbios y la Ertzaintza habían acordonado la zona «para evitar cualquier incidente», pero las personas que vivían en la casa la habían abandonado por iniciativa propia unas horas antes.
La tensión en las calles concedió escasos días de tregua. El viernes los vecinos del barrio de Uretamendi, en Bilbao, siguieron los pasos de los portugalujos y se concentraron para denunciar la «insoportable situación de inseguridad» que sufren en el barrio por culpa de unos «delincuentes». Así se refieren a los okupas que se alojaban en dos de los portales de este barrio humilde. A dos de los individuos, de 25 y 30 años, se les relacionaba con una violenta pelea a navajazos que según algunos vecinos «no era la primera», a lo que se le suma el acoso sufrido por una mujer en el ascensor.
Las más de 350 personas que se dieron cita a través de las redes sociales instaron a estos individuos a abandonar el inmueble y lo consiguieron, Estos fueron identificados por la Policía Municipal y entre los tres presuntos autores, se localizaba a dos de las personas que participaron en las últimas ocupaciones la semana pasada en Repélega.
A pesar de estar separados por unos cuantos kilómetros, si algo comparten los que viven en los humildes barrios de Repélega y Uretamendi es «el miedo a nuevas ocupaciones».
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