La hostelería de la Margen Izquierda cuelga esquelas para anunciar su muerte

Las persianas de la hostelería se han llenado de crespones negros en la Margen Izquierda. Cientos de locales en Barakaldo, Santurtzi, Portugalete y Sestao lucen desde el martes una esquela en la que se advierte de la muerte del negocio. «Falleció el 15 de marzo del 2020 por la maña gestión y desamparo de las autoridades ante la crisis del Covid-19», rezan estos carteles, que alertan además de la decisión conjunta de sus dueños: «Así no abrimos», en referencia a las limitaciones de aforo anunciadas para las próximas fases de la desescalada que amenazan con no permitirles cubrir gastos.

«El motivo de la esquela es que queríamos dotar de alma a los locales, porque al final cada uno tiene su propia personalidad y llenan de vida a las calles», explica la creadora de la iniciativa, Aurora Sánchez. Ella regenta el local Cafeto 2.0 en Santurtzi, donde calcula que ya puede haber entre un 10 y un 15% de locales hosteleros que se están planteando no volver a levantar ya sus persianas». Y es que para ellos se acumulan las pérdidas. «Muchos ya habían sufrido un varapalo importante con la crisis anterior», añade.

La cancelación de las fiestas patronales anunciada la semana pasada en la comarca –con la excepción por el momento de Portugalete– también supone renunciar a las mayores cajas del año. «Somos comprensivos, pero vamos a quedar muy mermados y aquí la solución de las terrazas no nos sirve, porque en el norte somos de barra, en parte por el clima que tenemos», remarca Sánchez. Ella no entiende que se vayan a permitir las reuniones de hasta diez personas en una vivienda sin importar el tamaño y sin embargo no se les den las mismas opciones a los restaurantes.

«Es que las condiciones que han puesto no están teniendo en cuenta a la hostelería de barrio», señala Julio Sotomayor, del pub Lambda en Barakaldo. Él ha sido el impulsor de la iniciativa en la localidad fabril, donde la protesta suma por el momento 400 locales. «Queremos que esto llegue al gobierno central para que tomen medidas, por que lo que están proponiendo está abocado al fracaso. Trabajar con un 30 ó un 50% del aforo es sencillamente inviable, un suicidio empresarial», señala el gerente del local ubicado en la calle Zaballa. Sotomayor avisa que sólo en esa céntrica vía de Barakaldo hay más de cien familias que viven de la hostelería.

El problema tiene muchos rostros y apellidos, como el de Lorenzo Parro, uno de los trabajadores de Los Jamones que se encuentra en ERTE. «Tenemos dos comedores muy pequeñitos. Si obligan a poner mamparas no sé cómo vamos a separar las mesas», teme el hombre. Joseba Valcárcel, responsable del New Sony y de El Embrujo, con cuatro trabajadores en ERTE, remarca que con unos locales tan pequeños dividir el aforo no sirve. «De las soluciones que han propuesto ninguna nos vale», afirma. En su caso, cada local cuenta únicamente con dos mesas para la terraza, por lo que el planteamiento actual sería dejarlas en una. «¿Qué hacemos con los clientes? ¿Les decimos que se tienen que ir a los cinco minutos?», se preguntan.

«Personalmente dudo que llegue a abrir si no permiten al menos un 80% del aforo», avisa Alberto Carmolea, gerente del Green Café y del New Boss. Para él estar cerrado implica perder dinero, pero a una velocidad menor que con las persianas abiertas y la mitad de usuarios. «Tampoco sabemos cómo va a responder el público», duda. Las realidades de cada local son distintas. El presidente de la asociación de hosteleros Baraka Berria, Richar Fernández, tiene un local más grande, pero está en el polideportivo de Lasesarre, ahora cerrado por la pandemia. De allí procedían muchos de sus clientes. «No hay viabilidad en lo que nos ofrecen. Hay que tomar otras medidas», zanja el hombre.

Ampliar