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Con el objetivo de ofrecer un espacio de compañía, y combatir la soledad no deseada, la Fundación Miranda celebró en la tarde de este viernes en Barakaldo un concierto de rock, abierto a toda la localidad, que pese a la lluvia logró reunir en la ... zona exterior de su residencia a decenas de personas, jóvenes y mayores, que gozaron juntos de una jornada para el recuerdo. Una fiesta con la música como excusa, para dejar claro que el divertirse no entiende de edad, y que «en compañía se disfruta todo mucho mejor», como apuntó Vicenta Zahinos. Esta usuaria del centro ya estaba bailando antes de que arrancaran los primeros acordes, junto a su inseparable compañera Edurne Olabarrieta. «A mí me encanta toda la música y pasármelo bien».
Una velada que duró tres horas, y que se encargó de abrir Memphis Belle, con versiones de blues, empezando con 'Hoochie coochie man' de Maddy Waters. Luego le tocó el turno a Killer Zombies, poniendo La Carrocería, el grupo antes llamado Los Espectros, el broche final, con éxitos internacionales de los años sesenta y setenta traducidos al castellano. Su batería, José Ignacio Rejón, apuntaba a este periódico que en medio siglo ligado a la música nunca antes había actuado en un centro de cuidados. «Me sorprendió la propuesta, pero a la vez me encantó. Aquí puede que haya gente a la que le guste el rock, o a la que le visite en esta ocasión su nieto, que no suele venir. Igual que nosotros demostramos que jubilados y con 70 años se puede seguir encima de un escenario, todos tienen que poder disfrutar de la vida y seguir haciendo cosas hasta el final».
Una opinión que también compartía Soraya Castro, que no dudó en acudir al concierto para acompañar a su suegra, Mari Cruz Montes. «Ella lleva aquí desde febrero y que se hagan este tipo de actividades me parece muy bien. Es una manera de incentivarles, de que hagan juntos y con más gente algo diferente». Inés Merino tampoco quiso perderse el evento, al que acercó a su madre, Goya Alonso, quien suele acudir al centro de día de la propia Fundación Miranda. «A mí me gusta mucho el rock, y a mi ama todas estas fiestas le animan».
Con aperitivos y una barra en la que muchos mayores se atrevieron con un refresco y cervezas, esta cita reunió a diferentes generaciones. Una treintena de alumnos de Bachillerato, del colegio Paúles, acostumbrados a participar en actos con los residentes, se dejaron ver también entre el público. «Es una forma de que vean el desarrollo de la vida. Trabajar siempre con ellos es muy enriquecedor», apunta su profesor, Fernando Urquijo, mientras usuarios, familiares y vecinos sonreían animados por la música, compartiendo la misma alegría.
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