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Balmaseda organizó este domingo un verdadero 'putxerazo', pero con todas las de la ley. Jamás había concitado tanta expectación la presentación de una nueva sociedad ante el resto de cofradías vascas de gastronomía. Si la de la olla ferroviaria de la localidad encartada cuenta ya con casi un año de vida y ha participado en prestigiosos eventos, como el 'Málaga Gastronomy', «una barbaridad» donde dieron de comer a más de un millar de personas, este domingo jugaba un partido crucial. Lo hizo en casa, en un antiguo convento de monjas de clausura del siglo XVII, hoy reconvertido en el elegante hotel San Roque, para presentar sus credenciales.
En su bautizo oficial, compartió notoriedad con gentes de otros lugares que reivindican igualmente la cultura a través de la gastronomía. Si las cofradías tienen un importante «componente religioso», reseñó Jokin Salaberri, uno de los fundadores de la sociedad, la villa alcanzó un verdadero fervor.
Llegaron cofrades de casi todas partes. No se sabe si con los cestos bien llenos de productos, pero al frente de asociaciones con nombres que con solo mencionarlas a uno se le hacía la boca agua. Engalanados como corresponde para la ocasión, recalaron los miembros de Axoa de ternera y pimiento de Espelette, abanderados de la morcilla de Beasain, representantes de los espárragos de Navarra, Los Amigos de los Nabos de Morcín, los Siceratores de Asturias, las sociedades del bacalao de Eibar, el percebe de Biarritz y Queso Idiazabal de Ordizia. Una propuesta sólida y líquida, acompañada por la Cofradía del Vino de Rioja.
Todo el mundo hizo piña, pero el protagonismo, como no podía ser de otra forma, lo acaparó ese «utensilio» del que tantas veces echaron mano los antiguos ferroviarios de la línea de La Robla, a su paso por Balmaseda, para cuidar sus estómagos. Con alimentos básicos, pero un arte fogonero que ha dado una gran fama a la villa más antigua de Bizkaia.
La historiadora Julia Gómez comenzó a 'cocinar' hace más de un año la creación de la Cofradía de la Putxera para la preservación y difusión de este «legado» histórico. Arrancó de la mano de una docena de integrantes y hoy cuenta ya con casi un centenar de componentes, de todas las edades. Con la investidura de nuevos cofrades, entre los que se cuenta desde este domingo el alcalde, Álvaro Parro, reclama la pervivencia de «la comida de cuchara y de cocción lenta, que se va perdiendo por el ritmo de vida que llevamos», lamentó el presidente, Antonio Mena del Alamo.
Los gastrónomos encartados exteriorizaron su orgullo, pero reconocieron que las ollas ferroviarias «no son patrimonio» de la villa. «Se tiene constancia de su existencia en pueblos de Francia y Portugal». De lo que no hay duda es que en ningún sitio como en Balmaseda se han preparado en ellas «alubiadas tan buenas. Quizá el siguiente paso consista en lanzar un perfume de putxera», sugirió la académica. A la espera de que alguien dé ese paso, el 23 de octubre, el concurso de putxeras, que se celebra desde 1971, volverá a inundar Balmaseda de un olor que siempre vuelve por San Severino.
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