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Álvaro Mosquera, coordinador del programa Edadeko de Envejecimiento Activo, el alcalde de la villa, Mikel Torres, la concejal de Acción Social, Mª José Blanco junto a las educadoras y usuarias del centro social San Roque en Portugalete./ M.L.
Los centros de mayores en Portugalete, la mejor medicina para combatir la soledad

Los centros de mayores en Portugalete, la mejor medicina para combatir la soledad

El Ayuntamiento tomó la decisión de abrir las instalaciones de estos espacios hace más de un año para que los usuarios retomasen las actividades y esos ratos de socialización

Marina León

Lunes, 14 de junio 2021, 15:39

Portugalete cuenta con una población de 12.900 personas mayores de 65 años, lo que supone cerca del 28% del total. La situación de crisis sanitaria derivada de la pandemia ha perjudicado especialmente a este sector y, consciente de ello, el Ayuntamiento de la villa tomó la decisión de abrir sus cinco centros sociales, -Repelega, Villanueva, Buenavista, San Roque y Zubia- en cuanto las autoridades sanitarias lo permitieron, de esto hace ya más de un año, y desde entonces la actividad no se ha detenido. «Queríamos llegar a nuestros mayores y que supiesen que estábamos al tanto de sus necesidades. Fue una decisión muy difícil de tomar, pero el resultado ha sido muy positivo», ha señalado el alcalde, Mikel Torres.

«Se ha convertido en la mejor forma de combatir la soledad. Muchos de nuestros usuarios habituales nos decían, yo no sé si el covid me va a matar, pero sí esta situación de soledad», ha contado Álvaro Mosquera, coordinador del programa Edadeko, de Envejecimiento Activo. «Se nos pidió desde el Ayuntamiento seguir a rajatabla el protocolo para prevenir contagios y así lo hicimos, para que los usuarios pudiesen retomar los talleres, las actividades y especialmente esos ratos de socialización entre ellos», ha apuntado y ha añadido que atienden a unos 700 usuarios habituales cuando antes llegaban a los 1.800. «Esperamos que la afluencia aumente según mejoren las cosas».

Los verdaderos protagonistas y quienes dan vida a estas instalaciones son personas como Pili Peña, que lleva siete años acudiendo de forma habitual a San Roque y «se apunta a todo lo que puede». La mujer de 66 años ha reconocido que el simple hecho de pensar en la pandemia y en todo lo que estaba pasando le generaba «muchísima angustia». Fina Fernández tiene 78 años y para ella es «un respiro» poder acudir diariamente a estos centros porque en pleno confinamiento estuvo 50 día sin salir de casa. «Lo he pasado muy mal y ahora noto que me voy recuperando».

Paquita Guisado tiene una gran familia, pero están «cada uno en un sitio» por lo que juntarse con más gente en el centro social le «ha devuelto la vida». Baile, yoga, memoria, gimnasia… «hago todo lo que pueda por mantenerme activa. He trabajado siempre como modista y, para mí, lo de quedarme en casa es imposible», ha subrayado la vecina de 74 años y reconoció que le ha cogido miedo a cosas que antes le encantaban, como la piscina, pero asegura que, según vaya mejorando la situación «se animará de nuevo». Por su parte, Alba Vea y Nagore Trinidad, dos educadoras de San Roque, han explicado que a lo largo de estos meses han escuchado tantas vidas y vivencias «que las haces tuyas, son como de nuestra familia» por lo que, más allá del hecho de tener que adaptarse continuamente a nuevas medidas y restricciones «el ver que para ellas este es un lugar de encuentro en el que sentirse a salvo nos hace estar muy agradecidas», han comentado.

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