La bolera de Barakaldo se anota un pleno

Este espacio de encuentro ha sido frecuentado desde sus inicios por Víctor Varona, burgalés afincado desde hace más de 50 años en Barakaldo, quien ayudó, junto a casi una treintena de personas, a su construcción. «Esto era un terreno baldío, con desnivel y maleza, no había nada. El presidente de entonces, José Quintana, y Santiago Gómez, fueron quienes más lucharon para que se hiciera», rememora para este periódico.

Junto a él, Fernando Idiañez recuerda una de las épocas doradas de la entidad, en los 80, cuando se llegaron a alcanzar los 300 socios. «Antes te apuntabas en una pizarra para jugar y había días que volvías de trabajar y no podías tirar de la cantidad de gente que había. Era un ambiente fabuloso», añade Eusebio González, quien atesora numerosos campeonatos nacionales, autonómicos y provinciales. «Hace seis años que lo dejé, y me despedí con el título de Bizkaia de veteranos», declara, antes de destacar al que todos consideran «el mayor jugador que ha dado el club». Se trata de Joseba Cedrún, quien a sus 41 años «ha sido tres veces campeón de España, ha logrado seis subcampeonatos y continúa sumando éxitos».

Esta bolera, en la que al principio solo había una pequeña caseta que hacía las veces de ambigú y almacén, ha sufrido varias obras, una de las más importante hace una década, cuando la dotaron de una cubierta que hace mucho más amable el juego tanto en verano como en época de lluvias. «Todavía quedan más trabajos por hacer, como poner más bancos, vallas y pintar», pide al Ayuntamiento el actual presidente del Club de Bolos San Vicente, Alberto Molinuevo. También solicita apoyo de algún patrocinador para recuperar una de sus competiciones estrella, el Bolo de Oro, disputada por invitación por los mejores de cada provincia, cita que no organizan desde hace seis años por falta de presupuesto.

Lo que sí se celebrará este año será el Campeonato de España de parejas, y el de segunda en pasabolo, además del torneo de El Carmen. Esta entidad lucha por mantener viva una tradición, y cada año invita a escolares a lanzar las bolas con la secreta intención de que les pique el gusanillo y regresen para rejuvenecer el club. «Tenemos una cantera de 20 chavales y desde 2010 vienen a practicar todos los años unos 250 niños de la ikastola Alkartu. Esta vez han venido también de Paúles y animamos al resto de colegios a que prueben. Cuando mejor se pasa aquí es cuando ves a los niños tirar», coinciden todos.